5 ORACIONES MUY PODEROSAS A LA PRECIOSA SANGRE DE CRISTO PARA LIBERACIÓN Y SANACIÓN DE TODO MAL


ORACIÓNES PARA LIBERACIÓN Y SANACIÓN
TANTO DEL ALMA COMO DEL CUERPO

¡Oh Jesús Dulcísimo de mi corazón!
A ti, que no pudiendo sufrir tu gran amor
y encendida caridad para con los hombres
más esperas ni dilaciones en manifestarla a los mismos,
quisiste derramar tu Preciosísima Sangre tan de antemano,
que apenas contabas solo ocho días de nacido cuando
 comenzaste a verterla en prueba y señal
de que la derramarías toda con abundancia,
hasta no dejar gota de ella en tu cuerpo
 llegado el tiempo decretado por tu Eterno Padre.
 
Te damos humildes y repetidas gracias
por la excesiva caridad con que nos amas,
aún con el claro conocimiento de nuestra torpe ingratitud
y vil correspondencia.


Lávanos pues, Jesús mío, con tu Preciosísima Sangre,
y enciende en nuestros helados corazones
la dulce llama de tu amor,
para emplear todos los instantes de nuestra vida
solo en amarte y servirte con todo amor
y la pronta observancia de tu divina ley,
y crucifícanos con tu temor santo,
para que acabando la carrera de nuestra vida en gracia,
 pasemos a gozar el fruto de tu derramada Sangre
a la gloria por todos los siglos de los siglos.

Amén.

ORACIÓN

¡Oh Jesús Dulcísimo de mi corazón,
triste y angustiado dueño de mi alma:
en qué términos tan amargos,
y en qué desconsuelos tan indecibles
te ha puesto el amor que me tienes,
y el deseo de redimirme y enriquecerme
con el inestimable tesoro de tu Preciosísima Sangre,
pues parece no pudo llegar a más
la congoja y agonía de tu afligida alma,
que hacerte sudar por todos los poros de tu santo cuerpo arroyos de Sangre!

Otras congojas cuando mucho
suelen ser causa de sudor de agua;
mas la vuestra, ¡oh atormentado Jesús mío!,
fue tan crecida, que destempló todo tu Cuerpo,
y tanto demudó la naturaleza
que te hizo sudar copiosísima Sangre,
hasta regar con ella la tierra.

Lávame, dueño mío, con este saludable baño,
y no permitas que se pierda en mí
tanta Sangre derramada:
antes sí, fijando continuamente
en mi corazón y memoria este inestimable precio
que te costó mí pobrecita alma,
sepa apreciarla como merece ser apreciada,
como comprada nada menos
que con la Sangre de un Dios hombre,
para que este conocimiento me compela y obligue
a hacer obras dignas del nombre de cristiano,
con que consiga la gracia,
y una muerte feliz para pasar a gozarte
en tu eterna gloria,
por los siglos de los siglos.

Amén.


ORACIÓN

¡Oh liberalísimo y amorosísimo Jesús de mi vida,
que pródigo de tus finezas has querido darme
la más irrefragable prueba de tu amor,
derramando en el huerto tu preciosísima Sangre
en tanta abundancia, que corrió sobre la tierra,
manifestando el deseo que tienes de que ésta
no la encubra o esconda; sino que teniéndola
siempre patente y manifiesta,
acabemos de conocer los ingratos hombres
el inestimable tesoro que en ella tenemos
y nos aprovechemos de tan saludable medicina
para la curación perfecta de nuestras almas
enfermas con las culpas!:

Haz, Señor, que cooperando nosotros de nuestra parte,
 logremos tan celestiales efectos;
y que meditando continuamente en tan amarguísima Pasión,
 esta memoria nos traiga siempre compungidos y contritos
de haber sido causa con nuestras culpas de tus penas,
para que aprovechándonos de tu derramada Sangre,
produzcan nuestras almas obras de tu sacratísimo agrado;
 para que cumpliendo exactamente
con los preceptos de tu acertada y santa ley,
acabemos la vida en tu gracia, para gozarte en tu gloria.

Amén.

ORACIÓN

¡Oh Amabilísimo Jesús, y destrozado dueño de mi vida!
¿Qué exceso de amor es este que así te hace
derramar tu Sacratísima Sangre con tanta abundancia
hasta regar la tierra? ¿Pero qué pregunto?

¡Oh corazón mío, ingratísimo sobre manera!
¿Cómo la Sangre de este inocentísimo cordero no te ablanda?
 ¿Cómo el calor de tanto fuego no te enciende?
¿Cómo no hierve viendo hervir por tu amor
la Sangre de Jesús?

¿Cómo vives viéndole atado en aquel helado mármol,
y hecho todo fuentes de vida para darte vida?
¡Oh dolor! ¡Oh ingratitud!
Báñame, Jesús mío, con esta
tu ferviente y encendida Sangre;
baña mi corazón helado y frío,
para que todo hierva y arda en amor tuvo,
y viva solamente para tí supuesto que tanto me amas,
que derramas toda tu Sangre por mí,
y deseoso de verme todo abrasado
en amorosas llamas de tu amor;
por tanto, mi Jesús, dígnate de derramar
esta tu preciosísima Sangre sobre este mi corazón:
caiga siquiera una pequeña gota en él,
para que le abrase en tu amor,
y en lo de adelante viva una vida
toda empleada en amarte,
para merecer después de ella,
una eternidad de gozarte en tu gloria.

Amén Jesús.

ORACIÓN

¡Oh Jesús amabilísimo de mi vida!
¡Oh maltratado y despedazado dueño de mi corazón!
¿Cómo no se me rasga éste en menudos pedazos
al verte caído, y casi ahogado
en este lago de tu preciosísima derramada Sangre?

¿Cómo tengo alientos para meditar
estos tiernísimos pasos, sin derramar abundantes lágrimas?

¿Qué haré yo, Jesús mío,
para alcanzar este don de lágrimas,
con que deseo llorar tu amarga Pasión?

Pero ya sé lo que he de hacer,
acogerme a esta misma Sangre preciosísima.

Aquí me quiero estar al pie de esta columna
en que por mí sufriste tanta multitud de cruelísimos azotes.

Dame licencia, Señor, para estarme aquí,
que según es tu benignidad y amor,
espero no me la negarás, ni te desdeñarás
de que los arroyos de tu preciosísima Sangre
caigan sobre mí,
pues los derramas con tanta abundancia y liberalidad
para lavar y sanar pecadores.

Caiga, Señor, caiga sobre mí este licor preciosísimo
con que he de quedar tan limpio y tan hermoso.

Sí, mi Jesús, lávame y purifícame
con tu preciosísima Sangre,
de todas las manchas que en mi alma
han ocasionado la multitud y malicia de mis pecados,
para que limpio de todas ellas, alabe,
ame y sirva con un corazón contrito, limpio y humillado,
a un Señor que me amó tanto,
que no dudó derramar su Sangre
y perder su vida por mí;
para que viviendo y muriendo en tu santísima gracia,
 merezca tu eterna gloria,
en donde te goce y alabe
por todos los siglos de los siglos.

Amén.




0 comentarios:

Publicar un comentario

SÍGUEME EN FACEBOOK