LA ANTIGUA Y MILAGROSA ORACIÓN DE LOS 12 APÓSTOLES CONTRA TODO MAL


ORACIÓN

¡Glorificado sea el Señor Todopoderoso!
El que se dignó extender la luz del Evangelio
por la palabra de los Santos Apóstoles,
escogidos no entre los sabios y poderosos del mundo,
sino entre los sencillos y humildes.
 
Dígnese el mismo Dios,
cuyo soberano nombre bendecimos,
aumentar nuestra fe
y hacerla fecunda en buenas obras;
mediante la intercesión que invocamos
de aquellos bienaventurados
ministros de su Verbo encarnado,
para salud del mundo.

 
Y séanles gratos los homenajes que les tributamos,
honrándolos como a testigos y difundidores de la verdad.


Santos Apóstoles nosotros nos asociamos
 
a todos los honores que os dedican
los pueblos cristianos en general,
y en particular también venimos reverentes 
a las plantas del divino Maestro,
que os escogió por ministros de su Santo Evangelio,
para darle gracias por esa elección que os es tan gloriosa,
y por la cual os felicitamos cordialmente.

Bienaventurados Apóstoles
recibid nuestros respetos,
nuestros alabanzas,
nuestros sentimientos afectuosos,
y presentando al Salvador
los humildes homenajes de nuestro reconocimiento,
rogadle nos conceda la salud,
la paz, la esperanza y la prosperidad,
la ardiente caridad con que tanto os enriqueció
al llenaros de su Espíritu Santo,
y enseñadnos desde el Cielo,
como hicisteis es la Tierra
la manera do cooperar a la gran obra
de nuestra bendita salvación.
 
También os pedimos que intercedáis
ante Nuestro Señor Jesucristo
para que nos otorgue su protección
contra todos los males que nos atenazan,
sin límites ni barreras,
para que gozando de ella
nos veamos libres de la enfermedad,
de los malos ojos y las malas lenguas,
de ruinas y desgracias todas,
de nuestros enemigos y de quienes nos quieran mal.
 
¡Cuántas veces os hemos invocado
en nuestro destierro amargo!
¡Cuantas veces nos habéis consolado!.
 
Vuestra alma vive siempre entre nosotros,
en los ejemplos de una vida laboriosa
consagrada a la caridad
y en la enseñanza de vuestros escritos
que dictó la verdad.
 
Permitid, pues, que os agradezcamos
cuanto reconocemos deberos,
y aunque sea pobre nuestra ofrenda
serviros aceptar nuestra devoción
gozándonos en la interminable recompensa
que alcanzan vuestros trabajos.
 
Amén.
 

Jesús llega a Tiberíades, al borde del lago azul. Atraídas por sus palabras y por sus milagros le siguen las gentes de Galilea, de Judea, de Idumea, de las regiones del otro lado del Jordán, de Tiro y de Sidón. Y Jesús se compadece de ellas.
 
Ve el Divino Maestro que las gentes desean conocer el Evangelio y, han abandonado sus ciudades y sus casas por oír la palabra de Dios. Piensa el Señor en enviar a sus discípulos para que todas las naciones sean evangelizadas, para que todos aprendan el camino que lleva al Cielo.

Cristo, entonces, elige a Doce de sus primeros discípulos, que serán los primeros Apóstoles, es decir misioneros o enviados por Dios para enseñar el Evangelio. Cuando Jesús sube al Cielo, sus últimas palabras son:
 
"Id e instruid a todos los hombres bautizándolos en nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a observar todas las cosas que yo os he manifestado"

En el Cenáculo, rodeando a la Virgen María, están reunidos los Doce Apóstoles:
 
SIMÓN, también llamado PEDRO, y ANDRÉS.
SANTIAGO, hijo de Zebedeo, y JUAN.
SANTIAGO, hijo de Alfeo, y JUDAS TADEO.
SIMÓN el Cananeo, y BARTOLOMÉ.
TOMÁS, MATEO, FELIPE y MATÍAS.
 
Judas Iscariote consumada su traición, ha puesto fin a su vida.

La Virgen Santísima, Madre de la Iglesia y Reina de los Apóstoles, es la que los anima y aconseja. Les habla de la infancia de Jesús y de su vida oculta. Ellos la escuchan con amor y ponen en práctica sus consejos. El día de Pentecostés, el Espíritu Santo baja sobre la Iglesia naciente, presidida por la madre de Dios, Reina y Madre de los Apóstoles.

Caminaba un día Jesús por la ribera del mar de Galilea cuando vio a Simón, llamado Pedro, echando la red en el mar:

 
Sígueme le dijo Jesús, y yo haré que seas pescador de hombres. Y al instante Pedro dejó la red y se fue con Jesús.
 
Y Cristo le nombró representante suyo en la tierra, es decir, Jefe de su Iglesia. San Pedro es el primer Papa.


Predicó en Jerusalén, fue Obispo de Antioquía y después marchó a Roma, donde demostró su amor a Jesucristo muriendo crucificado. Su sepulcro se encuentra bajo la basílica del Vaticano, que le está dedicada.

San Andrés había sido discípulo de San Juan Bautista. Como su hermano San Pedro, San Andrés es pescador. También el Señor le llamó. Y San Andrés, sin dudarlo, dejó todo y se fue con Jesús, a quien amó con todo su amor. Después de Pentecostés predicó en Palestina y, luego, llevó el Evangelio a Escitia, Epiro y Tracia. En Patras murió en una cruz en forma de aspa o X.

Pasaba Cristo junto al mar de Galilea y vio a dos hermanos, hijos de Zebedeo. Eran Santiago y Juan, que estaban remendando sus redes en la barca. Y Jesús los llamó. Ellos, al punto, dejaron a su padre y su trabajo y se fueron con Jesús. Como eran muy entusiastas y vehementes, Jesús los llama hijos del trueno, o rayos, y predice que Santiago llevará su amor hasta el martirio.

Santiago vino a predicar a España. Estando en Zaragoza vino la Virgen, al parecer, desde Jerusalén donde vivía, traída por los ángeles, para animar al Apóstol. En el lugar de la visita se levanta la basílica de la Virgen del Pilar.

Santiago volvió a Jerusalén. Las palabras de Jesucristo, como siempre, se cumplen. Santiago sufrió martirio por el Evangelio, en el año 42. Su cuerpo, recogido por los discípulos, fue traído a España y reposa en la Catedral de Compostela, que le está dedicada. Santiago, el Mayor, es Patrón de España.

San Juan también había sido discípulo de San Juan Bautista. Al ser llamado por Jesús, le siguió inmediatamente y le fue fiel hasta el Calvario. Asistió al primer milagro de Jesús, en Canaán y, por su pureza y por su fidelidad, mereció el premio de reposar su cabeza sobre el pecho de Cristo, en la última Cena.

Sobre el monte Calvario Jesús va a morir en la Cruz, por nuestra salvación. Momentos antes de expirar, dirigiéndose a San Juan, le dice, mostrándole a la Virgen: Ahí tienes a tu Madre. Y San Juan tiene a la Virgen en su casa. ¡Qué honor tan grande! San Juan escribió el cuarto evangelio y el Apocalipsis. Sufrió martirio pero, milagrosamente, no murió en él.

San Felipe había nacido en Betsaida, patria de San Andrés y de San Pedro. Entusiasmado con la doctrina de Jesús, le trae a su amigo Natanael. La tarde de la última Cena, le pide con afán al Señor: Muéstranos al Padre y esto nos basta. Fue a predicar a Frigia y, por amor de Jesús, murió crucificado en Hierápolis.

San Bartolomé era de Canaán. También le llaman Natanael. San Felipe lo lleva a Cristo. Cuando Jesús vio llegar a Natanael, dijo: He aquí un verdadero israelita en quien no hay doblez ni engaño. San Bartolomé, exclamó: ¡Oh, Maestro mío! ¡Tú eres el Rey de Israel! Predicó y murió mártir en Arabia.

Santo Tomás, llamado Dídimo, cuando Jesús subió a Jerusalén, donde su vida corría peligro, dijo a los demás apóstoles: Vayamos y muramos con Él. Se deja llevar de la duda cuando Cristo resucita. Pero, arrepentido, cuando ve al Señor, hace un acto de fe: ¡Señor mío y Dios mío! Este acto de fe lo selló con el martirio en la India, donde fue a predicar.

Se llamaba Levi y era recaudador de impuestos, en Cafarnaún. Un día Jesús le dijo: Sígueme: Y obedeció en el acto, y Jesús le escogió como apóstol. Desde entonces Leví se llamó Mateo. Es el autor del más antiguo de los Evangelios. Predicó primero en Palestina y después en Etiopía, donde murió mártir

Hay otro Santiago entre los apóstoles escogidos por Jesús. Era primo del Señor y hermano de Judas Tadeo. Fue el primer Obispo de Jerusalén. Escribió una carta maravillosa a los cristianos. Murió apedreado por los judíos, en el año 62. Se le llama Santiago el Menor, para distinguirlo del hermano de San Juan.

San Judas, hermano de Santiago, era, por su padre, Cleofás, y su madre, María, sobrino de San José y de la Santísima Virgen. Por ello era primo de Jesús. A San Judas se le llama también Tadeo, que significa "valiente". Escribió una epístola o carta, contra los herejes; evangelizó en Mesopotamia y murió mártir en Suanir (Persia).

Había nacido en Canaán, de Galilea. Su nombre era Simón. También se le llama el Celador y el Cananeo, por el lugar de su nacimiento. Fue también de los primeros en seguir a Jesús. Después de la venida del Espíritu Santo, Simón marchó a Egipto y a Persia donde trabajó durante treinta años. En Suanir (Persia) coronó su misión con el martirio.

Judas Iscariote había nacido en Keriot. Fue de los primeros en seguir a Jesús. Pero, se dejó llevar por la avaricia y por la envidia y, arrastrado por estos vicios traicionó a Jesús y le vendió. A este terrible pecado añadió el de la desesperación y se ahorcó. Nos dice el texto sagrado que: "reventó por medio quedando esparcidas por el suelo sus entrañas".

Jesús había elegido DOCE APÓSTOLES. Con la traición y muerte de Judas Iscariote quedó vacante un puesto en el Colegio Apostólico. Al regresar a Jerusalén, después de la Ascensión del Señor, a propuesta de San Pedro, jefe de la Iglesia, eligieron a San Matías que también había sido de los primeros en seguir a Jesús. San Matías predicó en Africa y murió en Etiopía.
 
 

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