En el libro Números se puede leer una historia sobre el vidente Balaam y su mula. El rey de Balaq le pide al profeta que bendiga a su pueblo y que maldiga a su enemigo Israel. A cambio le ofrece una recompensa muy importante.
Balaam se encamina, pero aparentemente sin haber consultado con Dios. Entonces, se le presenta el Ángel del Señor con una actitud agresiva. La mula observa cómo el Ángel les cierra el paso y desvía su recorrido hacia el campo. Balaam no se da cuenta de la presencia del Ángel. La mula parece ser más perceptiva que Balaam. Dos veces más se interpone en su camino el Ángel del Señor. La primera vez intenta la mula cambiar el recorrido, la segunda se arrodilla para no continuar. Pero las dos veces recibe como respuesta sólo azotes de su dueño. Entonces, el Señor le abre la boca a la mula y ésta le dice a su dueño: 20 ¿Qué es lo que te hice para que me pegues por tercera vez?" (Num. 22, 28).
Balaam no parece sorprenderse de que su mula hable y comienza a hablar con ella regañándola. Es entonces cuando el Señor le abre los ojos a Balaam y éste puede ver de repente al Ángel en su camino con la lanza en su mano (Núm. 22,31).
El Ángel se dirige a él y le pregunta: "¿Por qué has golpeado tres veces a tu pobre mula? Te intercepté en tu camino porque no me parece demasiado correcto" (Num 22,32).
Este no es un Ángel dulce y amigable sino más bien uno que asusta. Un Ángel que se interpone en el camino. El gran profeta Balaam no lo puede ver mientras que su mula sí lo logra. Es decir, el razonamiento no reconoce al Ángel que nos intercepta en nuestro camino para protegernos de desgracias. La mula, lo instintivo, nuestro instinto, tiene una sensibilidad especial para reconocer al Ángel.
La razón cree que debe continuar necesariamente por el camino que venía. Piensa que debe rendir más, organizarse y planear todo mejor. Pero el cuerpo lo para, se declara en huelga y no le permite seguir. Entonces, algunos enfurecen y golpean a su propio cuerpo, en vez de preguntarle por qué se resiste a seguir. Dios debe otorgarle el habla a nuestro cuerpo para que pueda darse a entender. El lenguaje del cuerpo no puede ser no escuchado. Cuanto más le exijamos y presionemos a nuestro cuerpo, tanto más se rebelará hasta que reconozcamos que ese camino nos llevará a mal puerto. Allí, agradecemos al Ángel que nos haya interceptado en nuestro camino para que no suframos daños mayores.
Muchas son las maneras en que el Ángel se puede interponer en nuestro andar. Así, por ejemplo, una médica planea un cambio de puesto pero no consigue vivienda en las cercanías de ese nuevo trabajo, o alguien planea un viaje pero todo sale mal y no consigue pasajes. El jefe de una empresa quiere implementar una transformación en ella pero nada se concreta. Otro quiere ser profesor pero no logra conseguir un puesto de trabajo. Muchos se enojan, entonces, porque no han podido llevar a cabo sus planes. Pero quizás deberían preguntarse por el Ángel se les interpuso en su camino. Quizás quería el Ángel impedir que siguiéramos ese camino o al menos que reflexionáramos más sobre él.
No debemos estar obsesionados como Balaam con llegar al lugar que planeábamos, sino que deberíamos estar atentos a la mula que nos advierte sobre la presencia del Ángel.
Con los niños se expresa el Ángel de Balaam a veces por medio de rebeliones en determinadas situaciones. Los padres creen que el niño es testarudo y sólo quiere salirse con la suya. Esto puede ocurrir por supuesto también. Pero a veces el niño sabe exactamente qué es lo que no quiere y siente instintivamente al Ángel que se encuentra en su camino. Se da cuenta de que ese camino no lo llevará hacia su meta. En vez de azotar a la mula como hizo Balaam, deberían escuchar los padres el motivo de sus hijos para no querer continuar. Quizás el niño no lo pueda explicar pero en la manera en que refiere el pequeño su negativa pueden los padres llegar a distinguir si se trata de un simple capricho o una verdadera convicción. Quizás se le aparece al niño su Ángel para evitar que ingrese en terrenos en verá sobre-exigido. Cuando un niño se resiste por ejemplo a ir con su tío, tiene con frecuencia motivos verdaderos para hacerlo. El niño siente que el tío lo lastima. Hay por ejemplo pequeños que han sido maltratados por sus tíos y que luego se negaron a volver a verlos. Pero los padres han reaccionado igual que Balaam con golpes y no han podido ver al Ángel que se interpuso en su camino. Simplemente quisieron evitarse problemas con el tío y obligaron al niño por ello a volver a verlo, personalmente el niño se resignó y terminó siendo maltratado por años. Hubiese sido mucho mejor que los padres hubieran podido ver al Ángel y hubiesen respetado la voluntad del niño, en vez de sólo pensar en sus necesidades y deseos.
Cuando un niño se niega a hacer algo, debemos escuchar sus razones, quizás se trate de su Ángel que le advierte que ése nos es el camino correcto. La mula no sólo puede ver al Ángel, sino que también lo comprende. De esta manera también los niños logran conectarse generalmente con sus Ángeles a partir de la mediación de un animal. Muchas niñas adoran por ejemplo a los caballos y no siempre resulta claro qué es lo que les fascina de ellos. Aparentemente es la fuerza del caballo que al mismo tiempo se deja guiar por una mano delicada como la de ellas. A sus caballos les pueden contar además todo, aun aquello que los padres no quieren escuchar. Los pequeños que crecen en el campo sienten a menudo predilección por el establo. Al regresar de la escuela lo primero que visitan es el establo para narrarles a los animales lo que hicieron en el colegio y seguramente también aquello que les molestó o lastimó. Otros acarician a su perro y se sienten comprendidos por él. Con sus animalitos preferidos llegan a presentir la presencia del Ángel que se encuentra a su lado protegiéndolos, escuchándolos y también interponiéndose en camino cuando éste no es el correcto.
El famoso profeta, Balaam, debe dejarse guiar por su mula. No puede seguir su camino y debe lograr abrir sus ojos para reconocer al Ángel que se le presenta.
La historia nos enseña cómo no debemos obsesionarnos con aquello que hemos planificado con anterioridad. Debemos abrir los ojos para poder ver al Ángel que nos impide continuar por ese camino. De esta manera un Ángel puede aparecer en una negativa de nuestra pareja o nuestros hijos, o en la negativa de nuestros colegas a seguir nuestras directivas. En lugar de intentar terminar con esa resistencia con violencia, deberíamos estar, en cambio, muy atentos para ver si no se trata en estas situaciones de un Ángel que se nos aparece para protegemos en un camino demasiado peligroso para nosotros.
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