EL ÁNGEL QUE PROTEGE NUESTRO SER Y LO FORTALECE


El Ángel no sólo aparece en nuestras vidas a través de los sueños. También se encuentra en medio de nuestro desierto, de nuestro abandono y soledad. Esto se puede observar claramente en la escena de las tentaciones que narra Marcos en su Evangelio. "Después el espíritu lo empujo al desierto. Allí permaneció Jesús durante cuarenta días. Vivió entre los animales salvajes y los Ángeles le servían" (Marcos 1, 12). 

Mientras que en el Evangelio de Marcos Jesús es alimentado durante toda su estadía en el desierto por los Ángeles, en el Evangelio de Mateo aparecen los Ángeles después de las tentaciones de Jesús para servirle (Mat. 4, 11). Transforman la montaña de las tentaciones en paraíso. 

Jesús se encuentra en el desierto. La palabra griega eremos significa un lugar desamparado y abandonado. Allí intenta Satanás conquistar a Jesús, pero Satanás no puede con él y los animales salvajes no lo lastiman. Vive entre ellos sin problemas. Ya que se encuentra rodeado de Ángeles que lo Protegen y sirven. La palabra griega para servir es diakonein y significa servirlo en la mesa, alimentarlo. 

Los Ángeles lo alimentan y cuidan. Lo proveen de todo lo que necesita para vivir. Satanás busca derrotar a Dios. Intenta convencer a Jesús de que se independice de Dios para no estar más a disposición de él. Tanto Mateo como Lucas concretizan la tentación del diablo en una tentación de utilizar a Dios para sí y aparecer así frente a los hombres como poderoso y milagroso. Pero Jesús no se deja tentar, permanece siempre sirviendo y obedeciendo a Dios. 

Los animales salvajes representan en la mitología a los instintos e impulsos, la esfera pasional, vital y sexual del hombre. Como Jesús logra integrar en su ser la esfera sexual e instintiva puede convivir con los animales salvajes sin problemas. Los Ángeles lo acompañan y lo sirven. Los Ángeles convierten el desierto en paraíso. 

Jesús es el nuevo Adán, el hombre que fue creado a semejanza de Dios, quien hace visible la imagen primitiva de Dios en la Tierra. 

Los Ángeles también pueden transformar para nosotros el desierto en paraíso, lo inhabitable en hogar. Nos sirven en esos momentos en que nuestro ser está en peligro por las trampas en las que caemos una y otra vez o bien por sentimientos que nos destruyen. Nos sirven para que la vida en nosotros pueda volver a florecer. 

Hay muchos niños que viven su vida como en un desierto en el cual se sienten solos y abandonados. Todo es desértico, vacío, sin sentido y sin relación. Y el niño, solo, continúa así sin poder modificarlo. No podrían sobrevivir los niños en situaciones semejantes si no fuese porque están siempre rodeados de Ángeles que los protegen. 

El niño logra llenarse de vitalidad y alegría de vivir a pesar de ese ambiente tan hostil Y adverso que lo rodea. Uno se sorprende de cómo lo logra. Pues es un Ángel que se encuentra a su lado en el desierto y lo protege de los animales salvajes, de sus propias pasiones e instintos y de las agresiones de los adultos. 

No sólo los niños pasan por estas "etapas desérticas". Todos caemos en algún momento en tentaciones. Satanás nos pone constantemente trampas. Pueden ser modos de vida anteriores que se repiten una y otra vez. Por ejemplo aquel que siempre busca la culpa de todo en él u otro que siempre intenta hacer todo perfecto. En estos casos se necesita de un Ángel que no nos permita caer en la tentación, que nos proteja de nuestras propias trampas. 

Una y otra vez nos vemos confrontados con los animales salvajes en nosotros mismos, con nuestras pasiones e instintos. No podemos vencer a las fieras salvajes en nosotros. Sólo podemos convivir con ellos pacíficamente cuando los Ángeles nos protegen. Cuando los Ángeles fortalecen nuestro ser ya no le tememos a estas fieras. Por el contrario, estas bestias salvajes son transformadas en fuerzas positivas que nos vuelven más vitales y fuertes.


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