VIRGEN DE LA CARIDAD DEL COBRE, ORACIÓN PARA LIBRARSE DE TODO MAL



Esta oración es copia de la que dejó la virgen de la caridad del cobre para las mujeres.

Los tres juanes devotos de la caridad del cobre, navegaban por el mar cuando una tormenta de agua les alcanzó, se vieron perdidos y ahogándose estaban cuando llamaron por ella apretando con fuerza su reliquia. Se les apareció en la canoa, los salvó a los tres, a Juan odio, a Juan indio y a Juan esclavo y les dijo estas palabras:

 “Sabed mis queridos hijos
que yo soy la reina y madre de Dios Todopoderoso,
y los que creen en mi gran poder y sean devotos míos,
siempre conservarán mi estampa en una reliquia
para que le acompañe, y con ésta estarán libres
de toda cosa mala, estarán libres de muerte repentina.

 

No podrá morderle ningún perro con rabia,
ni ninguna clase de animales malos,
estarán libres de accidentes
y aunque una mujer esté sola
no tendrá miedo a nadie,
porque nunca verá visiones de ningún muerto,
ni cosas malas diciendo esto:

La Caridad me acompañe y su Hijo,
con los santos evangelios y la cruz en que murió.
 
Amén Jesús.

y luego le dijo a Juan esclavo:

 
Juan aquí dejo esta oración
para cuando una mujer esté de parto
y sufra por los dolores,
la ponga sobre su vientre
haciendo la señal de la cruz,
en memoria de los siete dolores
que yo tuve tan fuertes,
y que desde lo alto del cielo
alcancen ella y la criatura
 la bendición de Dios.
Rezará también un credo al Gran Poder de Dios
y una salve a la Santísima Virgen de la Caridad,
teniendo así un parto sin peligro.


Amén Jesús.

Para que sirva la oración, la persona que la tenga,
debe decir su nombre y apellidos ahora.

Alrededor del año 1600, dos indios nativos, Rodrigo y Juan de Hoyos, junto con un esclavo de diez años, Juan Moreno, buscaban sal para conservar la carne del matadero de Barajagua, que abastecía a los trabajadores y habitantes de "Santiago del Prado" ahora conocido como "El Cobre".
 
Ese día se acercaron a Cayo Francés, a mitad de camino a través de la bahía de Nipe, donde se detuvieron para escapar de una tremenda tormenta que amenazaba su frágil canoa.


Al amanecer, el clima volvió a ser tranquilo y partieron hacia el mar. A cierta distancia, vieron un objeto blanco, que parecía ser un pájaro que flotaba sobre las olas y avanzaba lentamente hacia ellos. A medida que se acercaba, parecía ser una niña hasta que se dieron cuenta de que era una estatua de la Virgen María que sostenía al niño en su brazo derecho y con una cruz de oro en su mano izquierda. La estatua estaba sujeta a una tabla con la inscripción "Soy la Virgen de la Caridad".

De acuerdo con el testimonio jurado de testigos, a pesar de la reciente tormenta y el movimiento de las olas, ni la figura de la Virgen, ni su vestimenta, estaban mojadas.

La vestimenta original de la imagen era blanca, pero los fieles le han dado túnicas de color oro y plata. Debido a que Nuestra Señora de la Caridad es un símbolo de la nacionalidad cubana, a las estatuas populares le dan una túnica blanca, una capa azul y visten de rojo al Niño: los colores de la bandera cubana. En la actualidad, el vestido de la Virgen, una copia de uno muy antiguo, es de pesado lamé con hilos de oro, y tiene el escudo nacional cubano bordado en la falda.

Los fieles piadosos son devotos a la imagen de su "Cachita" con el pequeño bote a sus pies y en ella los "Tres Juanes" que la encontraron flotando en el agua. Este detalle se omite en las reproducciones más antiguas que copiaron la estatua original.

A petición de los veteranos de la Guerra de Independencia, Benedicto XV declaró a Nuestra Señora de la Caridad como patrona de Cuba en 1916 y fue coronada solemnemente en el Congreso Eucarístico celebrado en Santiago de Cuba en 1936. El Papa Pablo VI levantó su santuario a la Categoría de basílica en 1977.

 
 

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