ORACIÓN PARA PEDIR UN FAVOR URGENTE A LAS SANTAS ÁNIMAS DEL PURGATORIO


Debemos ayudar a los que se hallan en el purgatorio. Demasiado insensible seria quien no auxiliara a un ser querido encarcelado en la tierra; mas insensible es el que no auxilia a un amigo que esta en el purgatorio, pues no hay comparación entre las penas de este mundo y las de allí.

Santo Tomás.
 

ORACIÓN

Esposas muy queridas del Señor que,
encerradas en la cárcel del purgatorio,
sufrís indecibles penas
careciendo de la presencia de Dios
hasta que os purifiquéis
—como el oro en el crisol—,
de las reliquias que os dejaron las culpas.

¡Con cuánta razón desde aquellas voraces llamas
clamáis a vuestros amigos pidiendo misericordia!
 



Yo me compadezco de vuestro dolor
y quisiera tener caudal suficiente
para satisfacer por vosotras a la justicia divina.

Pero, siendo más pobre que vosotras mismas,
apelo a la piedad de los justos,
a los ruegos de los bienaventurados,
al tesoro inagotable de la Iglesia,
a la intercesión de María Santísima
y el precio infinito de la Sangre de Jesucristo.

Concédeles, Señor, a esas pobres almas
el deseado consuelo y descanso.

Pero confío también, almas agradecidas,
que tendré en vosotras poderosas medianeras
que me alcancen del Señor gracia
con que deteste mis culpas,
adelante en la virtud,
sojuzgue mis pasiones
y llegue a la eterna bienaventuranza
por toda la eternidad.
 
Amén.
 
Hacer una petición con mucha fe
a las benditas ánimas del purgatorio,
con la seguridad de que darán
rápido y feliz cumplimiento a nuestra causa.


En 1856, Eugenia Srnet fundaba la Congregación de las Auxiliadoras del Purgatorio. Desde entonces se llamó María de la Providencia.
 
Siendo aún muy niña, tres atractivos sobrenatunales arraigaron en su corazón: la Providencia, a la que invocaba con una confianza audaz; la Iglesia Paciente, ya que la liberación de las almas del Purgatorio le parece el mejor medio de glorificar a Dios, y agradecer a la Providencia; el Apostolado, al que se consagra con un celo ingenioso y perseverante.
 
De la fusión de estos tres atractivos, surge la vocación redentora de una alma apasionada por un servicio sin límites para la mayor gloria de Dios.
 
El Instituto de las Auxiliadoras del Purgatorio no se basa en revelaciones particulares, sino en el dogma católico. No hay necesidad de añadir adornos a la Revelación Cristiana. El Purgatorio es una realidad, existe un medio de ayudar a los difuntos; eso es todo, y basta.
 
Cuando se nos habla de una Congregación cuyo titulo oficial es el de "Auxiliadoras del Purgatorio", nuestro primer pensamiento es que en ella el Purgatorio es una especialidad. Nada de eso. La Madre María de la Providencia definía así el fin de A Sociedad:
 
"Ayudar a la Iglesia Paciente por la práctica de las obras de caridad que recomienda la Iglesia Militante."
 
Esta cita es de gran valor. Muestra que las Auxiliadoras no se limitan al servicio del Purgatorio. La fórmula no rechaza nada, la abraza todo. No se apoya en la piedad para con las difuntos, sino en la devoción a la Santa Iglesia, en el dogma de la Comunión de los santos.
 
Las Auxiliadoras son semicontemplativas, semiactivas. No se encierran tras rejas, salen todos los días. Visitan a enfermos, a pobres; trabajan en catequesis, reuniones de juventud, obras parroquiales, dispensarios... Estas actividades no consnstituyen algo adherido a su vocación: son su centro y su razón de ser.
 
Su regla es la de San Ignacio, que tiende a formar almas suficientemente unidas a Dios para permanecer "contemplativas en acción". La Auxiliadora, ayuda y actúa. Se ofrece por los miembros de la Iglesia Paciente, a fin de consumar la Redención con la alegría de la Iglesia Triunfante.
 
Esta ofrendo ofrece todos los méritos satisfactorios de su vida en beneficio de las almas del Purgatorio. Las Auxiliadoras, en Europa, China, Japón, Indonesia, Estados Unidos, México, África, están siempre al servicio de la Iglesia Militante.
 
Por decisión del papa Pío XII, la causa de beatificación de la Madre María de la Providencia fue introducida el 5 de mayo de 1935. El 22 de febrero de 1955, el papa Pío XII pronunció la sentencia suprema reconociendo la heroicidad de sus virtudes. El 22 de enero de 1957, el mismo papa ratificó el voto de la Congregación de Ritos, reconociendo la autenticidad de los milagros atribuidos a María de la Providencia.
 
Como antecedente, es bueno informar que la Congregación recibió de Pío IX un Breve laudatorio el 6 de agosto de 1869. El 9 de junio de 1873, el mismo Pontífice le otorgo un Breve de Aprobación, y finalmente, el 12 de marzo de 1929, las Constituciones del referido Instituto recibieron de Su Santidad el papa Pío XI la aprobación definitiva.
 
Madre María de la Providencia, fue admirable religiosa que en todo momento dejó constancia de su celo espiritual en beneficio de sus semejantes.
 
 

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