Santa Inés de Montepulciano es la santa que presta especial protección a las mujeres jóvenes, a las están prometidas en matrimonio. También es santa patrona de la pureza y de los jardineros.
Santa muy milagrosa que tuvo la dicha de ver a la Virgen María con el Niño Jesús en brazos, se le atribuyeron numerosos milagros, como la multiplicación de panes y aceite, curación de enfermos, y diversos exorcismos.
Santa muy milagrosa que tuvo la dicha de ver a la Virgen María con el Niño Jesús en brazos, se le atribuyeron numerosos milagros, como la multiplicación de panes y aceite, curación de enfermos, y diversos exorcismos.
ORACIÓN
Purísima e inmaculada Santa Inés,
virgen de alma y cuerpo, esposa de Jesús,
que coronada en el cielo
convertiste en santuarios los lugares profanos.
Alcánzame con tu poderosa intercesión
la protección y ayuda, que como fiel devoto
hoy a tus plantas, vengo a solicitarte.
Invicta heroína y espejo luminoso de fortaleza,
que venciste a los tiranos,
superaste los tormentos,
fuiste con alegría a la muerte por Jesús.
Intercede ante Él por mi,
para que pueda superar
los momentos angustiosos
que acontecen en mi vida.
Soy humano que se aflige a la menor contradicción,
y soy capaz de desfallecer bajo mi mismo peso,
lo que me ha hecho caer en malos hábitos
y a ti recurro para que me inspires
el espíritu de fortaleza cristiana,
y pueda combatir con firmeza
contra las adicciones y vicios,
que me atormentan y malogran mi vida.
Querida protectora mía,
alcánzame un poco de tu espíritu de valentía,
de perseverancia, de fortaleza,
de suerte que venciendo mi falta de voluntad
y aplicándome al propósito señalado
consiga hacer cambios favorables en mi vida,
no solo por bien de mi salud y mi vida,
también para alegría de los míos
que sufren lo indecible por mi causa,
sin encontrar ayuda y consuelo para mi.
¡Serafín de caridad, querida Santa Inés!
Tu que preferiste el amor de Jesús
a cualquier otra felicidad,
y que por unirte a Él,
gustosa aceptaste los tormentos y la muerte;
tu que tanto amaste tan bien al prójimo,
que en él no viste sino la imagen de Dios
que él nos manda amar,
enciende en tu devoto
tan hermosa llama de caridad,
para que amando a Dios sobre todas las cosas
y al prójimo como a mi mismo
por amor de Dios, cumpla perfectamente
su santa ley en la tierra
y merezca amarlo algún día
por toda la eternidad en el cielo.
Así sea.
Santa Inés nació en Montepulciano, en la Toscana, en el año 1268.
Desde fu infancia dio muestras de como el Señor la había creado para que como una maravillosa y fértil planta, diese colmados frutos de virtudes en su iglesia.
Hizo sus votos siendo apenas una niña de 9 años, renunciando a las vanidades de la época, ingresando en la Orden de las Hermanas de la Penitencia de Santo Domingo, donde vivió hasta los quince años. En esta edad, por orden del Papa, fundó en Proença un convento de Monjas, y fue Priora de él hasta que se le apareció un Ángel, que le dijo que la voluntad de la Reina del Cielo era, que volviese a Montepulciano, y que en la cuesta donde había una casa profana, fundase un nuevo convento en reverencia de Dios, y de su Madre, tomando por Patrón a Santo Domingo. Para ello, le entregó como muestra tres piedras.
Fundó el Convento donde la premió la Virgen por tanto amor y servicios a Ella dedicados, con una aparición, llevando en sus brazos al Niño Jesús recién nacido.
La Virgen le habló y puso en sus brazos al Niño. Al devolvérselo ella a la Virgen, vio Santa Inés que el Niño llevaba colgada del cuello una crucecita y queriendo guardar un testimonio de aquella bendita aparición, la agarró, guardándola en su mano, lo que le provocó un desmayo y casi la muerte.
Se guarda en el pueblo esta crucecita, que tienen en gran veneración en el convento y la muestran a todo el que allí acude el primer dia de Mayo.
Fue Santa Inés una santa muy penitente, llevando a cabo abstinencias y mortificaciones constantes.
Descansó en paz el día 10 de Abril del año 1317.
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