Bendito San Peregrino, a quien la Iglesia ha nombrado Patrono de quienes padecen Cáncer, me dirijo a ti en busca de ayuda en mi enfermedad.
Te ruego tu amable intercesión. Pide a Dios que me libere de esta enfermedad, si es su Santa Voluntad. Ruega a la Santísima Virgen María, la Madre de los Dolores, a quien amaste con tanta ternura y de quien tanta ayuda recibiste para soportar tus propios dolores para que me ayude con sus poderosas oraciones y su amorosa consolación.
ORACIÓN
Oh glorioso San Peregrino,
tu, has sido llamado "El Poderoso",
"El Maravilloso", debido a los numerosos milagros
que has obtenido de Dios
para aquellos que han recurrido a ti.
Tu, que durante tantos años soportaste
en tu propia carne la enfermedad del cáncer
que destruye la fibra de nuestro propio ser
y que recurriste a la fuente de toda gracia
cuando el poder del hombre
no podía hacer nada más.
Tu, que fuiste favorecido con la visión de Jesús
bajando de Su Cruz para sanar tu aflicción:
Ruega a Dios y a Nuestra Señora,
la cura de los enfermos que en ti confiamos.
(Haga una pausa aquí y recuerde en silencio
los nombres de los enfermos por quienes está orando)
Ayudados de esta manera por su poderosa intercesión,
cantaremos a Dios, ahora y por toda la eternidad,
cantaremos a Dios, ahora y por toda la eternidad,
un canto de gratitud por su gran bondad y misericordia.
Pero si debería ser la Santa Voluntad de Dios
que acepte esta enfermedad,
consígueme el coraje y la fuerza
para aceptar estas pruebas
de la mano amorosa de Dios
con paciencia y resignación,
porque El sabe lo que es mejor
para la salvación de mi alma.
San Peregrino, sé mi amigo y patrón.
Ayúdame a imitarte a aceptar el sufrimiento
y a unirme con Jesús Crucificado
y la Madre de los Dolores, como tu hiciste.
Ofrezco mis dolores a Dios
con todo el amor de mi corazón,
por su gloria y la salvación de las almas,
especialmente la mía.
Amén.
San Peregrino es conocido como el santo patrono de los pacientes con cáncer, las víctimas del SIDA y otras personas que padecen enfermedades graves.
San Peregrino nació en Forlí en el año 1265.
En su juventud dejó no poco que desear; pero se convirtió por las oraciones de San Felipe Benicio, y obediente a la voz de María Santísima, que lo llamaba a hacerse religioso en la Orden de sus Siervos, acompañado de un ángel se dirigió a Siena, donde fue aceptado y vestido con el hábito de la Orden por el mismo San Felipe Benicio en 1283.
Desde este mismo instante fue siempre un religioso ferviente, devotísimo de la Virgen Dolorosa. Hizo grandes penitencias como estar de pie por casi treinta años sin nunca sentarse, únicamente a veces se tomaba un breve reposo, o se apoyaba al muro o se acostaba sobre la tierra desnuda.
Tuvo también ardiente celo por la salvación de las almas, y con la oración y con la predicación atrajo a tantos al Señor, que se mereció el título de Apóstol de la Emilia; y basta señalar que en una sola ocasión convirtió a cuarenta ladrones.
Enfermo de una úlcera gangrenada (¿cáncer?), el día antes de la cirugía para amputarle la pierna, fue milagrosamente sanado por Jesús crucificado, al cual tenía gran devoción.
Cargado de méritos, a los 80 años de edad, murió en Forlí el 1 de Mayo de 1345 y comenzó enseguida a hacer milagros; incluso sobre el catafalco, en presencia de mucha gente, se levantó de él, extendió la mano hacia un pobre ciego, que se encomendaba a él y le retornó la vista.
Este santo, canonizado en 1720 por el papa Benedicto XIII, es invocado para obtener la conversión de grandes pecadores y la curación de las enfermedades de las piernas; innumerables fueron y son las gracias que se obtienen por su intercesión.
Su cuerpo, conservado hasta ahora entero en Forlí, en la iglesia intitulada por él, tenido en gran veneración por los forliveses, los cuales lo escogieron como su copatrono, celebrándole la fiesta el 1 de Mayo con grande solemnidad y concurso de pueblo.
Como discípulo de la fe en Jesucristo, es un buen compañero para aquellas personas enfermas, para que lo tengan a su lado, les dé aliento, fortaleza y que no pierdan la esperanza.
Como discípulo de la fe en Jesucristo, es un buen compañero para aquellas personas enfermas, para que lo tengan a su lado, les dé aliento, fortaleza y que no pierdan la esperanza.
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