SAN RAMÓN NONATO, ORACIÓN PARA PEDIR UN HIJO Y UN FELIZ PARTO

 
San Ramón Nonato nació por cesárea en 1204, ya que su madre murió durante el parto. De ahí proviene su apellido, (non natus - no nacido).
 
Debido a la naturaleza de su nacimiento, las madres y las comadronas lo invocan para un parto seguro. El santo se unió a la orden mercedaria en Barcelona, ​​bajo San Pedro Nolasco, a quien sucedió.
 
ORACIÓN

¡Oh glorioso padre San Ramón!
Se alegra mi alma del favor tan singular
que os hizo Dios, Nuestro Padre Celestial,
sacándote de un cuerpo muerto,
como panal de dulzura y misericordia,
para consuelo de tus afligidos devotos.


Bien se vio durante tu vida santísima
crecer en ti la piedad
que contigo había salido
del vientre de vuestra madre difunta,
tanto, que ya en el viernes y sábado,
después que saliste a luz,
renunciaste la leche que la ama te ofrecía,
regraciando así con la abstinencia el favor
que te hizo Dios en el nacimiento.

¡Oh ingratitud de mi alma,
que habiendo recibido tantos beneficios divinos,
así me olvido de ellos!

¡Como si el darme el ser y vida que tengo,
redimirme a costa de su preciosa Sangre,
sufrirme con mis vicios y pecados,
sin echarme para siempre en un infierno,
no fueran beneficios muy grandes!

¡Oh Santo mío, por tus sagrados méritos
te suplico rendido, me alcancéis,
de mi Señor Jesucristo
un verdadero dolor de mis culpas
y una fervorosa penitencia de ellas;
para que mostrándome agradecida a sus favores,
merezca de su piedad el perdón de mis pecados
y la gracia que os pido con toda mi fe:
Os pido el don de la maternidad.

Que en mi vientre germine la semilla,
que crezca sana y vigorosa,
y que alcance un buen parto,
sin complicaciones para mi hijo
y con felicidad y sin dolor para mi.

Tu que auxilias a las futuras madres,
escucha hoy mi súplica, buen santo,
y no me dejes en el abandono,
pues traer al mundo una nueva vida
es una gracia que toda mujer ha de poseer,
para gloria de Dios y de la humanidad.

Amén.


Medita, alma, el prodigioso nacimiento del glorioso padre San Ramón Nonato, cuando para luz y consuelo del mundo le sacó Dios a fuerza de milagros de las tinieblas y cautiverio del vientre de su madre al tercer día de difunta, rasgando con un puñal su costado el vizconde de Cardona su pariente.
 
Presagio fue esto de las raras y heroicas virtudes de su vida; pues con tan singular y extraño portento, antes de nacer, venció de una vez con el favor de la gracia a la naturaleza y a la muerte, resucitando, digámoslo así, como de otro sepulcro para vivir siempre con Cristo.
 
¡Oh singular portento! Claro indicio de nacer para el Cielo el que no nacía para el mundo. Señal evidente de nacer para redentor de almas y cuerpos el que, redimida su alma con la preciosa Sangre de nuestro Señor Jesucristo, salió al mundo aun con nuevo modo redimido también en su cuerpo. ¡Oh favores celestiales!
 
 
 


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