NOVENA A LA VIRGEN DEL REMEDIO PARA SALIR DE UNA SITUACIÓN DESESPERADA


Para hacer esta novena a la Virgen del Remedio, se recomienda tener delante una imagen o estampa suya. 

Por la señal ✠ de la Santa Cruz, de nuestros ✠ enemigos, líbranos Señor ✠ Dios nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.

DÍA PRIMERO

CONSIDERACIÓN: 
MARÍA ES VERDADERO Y UNIVERSAL REMEDIO.

Considera, oh cristiano, cuán justamente se debe a María, y cuán glorioso la es el soberano título del Remedio. Escogida para cooperadora de nuestra salud y corredentora del universo, encerró en su seno el bálsamo eficaz para cubrir las roturas que en en el vaso de nuestra justicia causó la primera culpa. Por Eva entró nuestra perdición; por María logramos la redención. Por aquella, la antigua serpiente infundió al hombre el veneno; por esta se propinó a todos el antídoto de salud. Eva nos mató arrojándonos a un mar de perdición; María nos vivificó conduciéndonos al puerto de la vida. Todos los males de Eva hallan seguro remedio en María, verdadera Madre del Redentor. Eficaz medicina para todas las dolencias se puede de ella decir, que quien la hallare hallará la vida. Búscala pues con tierno afecto, y aclama su poder.

ORACIÓN

¡Virgen santa, Madre del Redentor! Pues sois Vos el Remedio universal y verdadero para todas las necesidades, mirad con ojos compasivos las de mi alma: Compadecéos de las profundas llagas que abrió en ella el pecado. Constituida en el Calvario Madre de todos los hombres, hermanos de Jesús, sois el antídoto para todas las enfermedades del cuerpo y del espíritu. ¡Cuánto se complace mi alma en la grandeza de vuestra elevación! ¡Cuánto se alegra por la dichosa suerte de tener en Vos el remedio universal y eficaz para todos los infortunios y necesidades de la vida! Haced, oh Santísima Madre, que sanen mis heridas; que se fortalezca mi debilidad por la participación del remedio que trajisteis al mundo, por las gracias de vuestro Hijo, y así conserve mi alma el incomparable tesoro de la divina gracia. Amén.

Aquí se expondrá el motivo y lo que se desea conseguir por medio de la Virgen con esta devoción.

DÍA SEGUNDO

CONSIDERACIÓN: 
MARÍA ES AUXILIO DE LOS CRISTIANOS.

Es la Soberana Vírgen del Remedio justamente venerada como auxilio de los cristianos. La misma Señora en varias ocasiones ha acreditado serlo; y principalmente en la famosa y tan señalada victoria que contra los Turcos consiguieron las armas católicas en el mar de Lepanto el día siete de Octubre de mil quinientos setenta y uno. Engreídos los enemigos de la Santa Fe, y vanamente confiados en el poder de su brazo, pensaban aniquilar el pueblo cristiano. Mas aquel Dios que preside en lo alto; el Señor de los ejércitos, que está cerca de los que le invocan, tenía preparado a los suyos un auxilio oportuno en la tribulación. Aquel piadosísimo Caudillo de la Santa Liga, Don Juan de Austria, a insinuación de Don Miguel de Moncada, manda dar la batalla bajo el patrocinio e invocación de la Virgen del Remedio, cuya fiesta se celebraba en Valencia aquel aquel mismo dia. No faltó a los suyos la compasiva Madre, y así con su visible protección alcanzáron los Católicos el más completo triunfo contra los soberbios enemigos del nombre cristiano.

ORACIÓN

Santísima Virgen del Remedio, que en esta ocasión tan visiblemente patentizasteis ser el auxilio de los cristianos, ved a mi alma sumergida en un abismo de tribulación por estar rodeada de fuertes y peligrosos enemigos. Las pasiones agitadas por las sugestiones de los espíritus de tinieblas se enardecen y se aúnan para combatir a mi alma y sojuzgarla. Levantaos en mi auxilio, oh invicta Madre de mi Dios; ayudadme, y protegedme por vuestro santo Nombre. Nuestros Padres confiaron en Vos, y no fueron confundidos; ellos nos han manifestado la eficacia de vuestro patrocinio en los más temibles apuros: renovad y aumentad en mí vuestros gloriosos triunfos, sed mi remedio y eficaz auxilio; ponéos a mi lado en los combates, para que pueda cantar la victoria en vuestra compañía. Amén.

DÍA TERCERO

CONSIDERACIÓN: 
MARÍA ES APOYO DE DESVALIDOS.

Como firme apoyo de los desvalidos veneramos en este día a la Santísima Virgen del Remedio. Así lo experimentó el glorioso Padre y Patriarca San Juan de Mata. Hallándose en el año mil docientos diez en Túnez cumpliendo el oficio de Redentor, no podía dar libertad a todos los cautivos por faltarle el dinero. Conmovidas sus entrañas por los clamores de los infelices que quedaban en las obscuras mazmorras con peligro de naufragar en la fe у destituido de auxilios humanos, acude fervoroso a la Soberana Virgen del Remedio, aclamada ya con este título Patrona de todo su Orden. Esta dulce Madre, que jamás desprecia las oraciones de los humildes, se le aparece y le entrega todo el dinero que necesitaba para una copiosa y universal redención. ¡Oh ternura incomparable de María! ¡Cuán cierto es que su misericordia se extiende a todos, de modo que no hay quién esté privado de su compasivo y eficaz valimiento!

ORACIÓN

¡Oh Soberana y misericordiosa Madre! Compadecéos de mi infeliz y duro cautiverio, en que me tiene encadenado el espíritu maligno. ¿Quién como Vos, indefectible y seguro apoyo de toda esperanza, puede fortalecer mi debilidad? Las vanidades del mundo me arrastran, las pasiones me ciegan, grandes peligros me circuyen y amenazan. En tan triste situación me hallo por mí mismo destituido de todo auxilio. Solo Vos, poderosa mediadora con la Beatísima Trinidad, podéis ampararme y socorrer mis necesidades. Sed pues mi apoyo, mi seguro lugar de refugio, la firme áncora de mi esperanza en el tiempo, y gozo en la eternidad. Amén.

DÍA CUARTO 

CONSIDERACIÓN: 
MARÍA ES LA GLORIA DE SUS SIERVOS.

Gloria de Jerusalén y alegría de Israel aclamaban los de Betulia a Judit. ¿Con cuánta más razón debe llamarse María gloria de sus siervos y escogidos? Ella no solo los glorifica después de su muerte, procurándoles la eterna Bienaventuranza, sí que aun aquí les anticipa las inefables dulzuras de la celestial Jerusalén, en cuanto es capaz la condición del hombre mortal. Este singular favor dispensó María a su escogido siervo y cordial devoto el Patriarca San Félix de Valois en la noche de la Natividad de la misma Virgen del año mil doscientos diez. Velaba Félix a la media noche, y vio bajar al Coro del Convento de Ciervo-Frío a la Santísima Vírgen vestida con el celeste Hábito Trinitario, acompañada de los espíritus Angélicos adornados con la misma divisa. Con esta santa compañía cantó el glorioso Patriarca los Majtines, entendiendo de María el especial patrocinio que en ella tendría todo su Orden, y empezando a gozar un destello de aquella inefable gloria que en breve gozaría de lleno en la eterna Patria. ¡Oh admirable dignación de María para con sus siervos! ¡Dichoso el verdadero devoto de esta gran Reina! Seguro puede estar de su remedio, de su salvación y de su gloria.

ORACIÓN

¡Oh excelsa Madre del Remedio! Vos sois el puerto seguro de nuestra esperanza, nuestra gloria y el canal terso de todas las gracias. Vos derramáis mil dulzuras sobre los últimos momentos de vuestros siervos, y aun les anticipáis las glorias de la Patria celestial. Haced, oh Madre mía, a mi alma merecedora de tanta felicidad. Abogada y protectora mía, después de este destierro mostradme a Jesús, fruto bendito de vuestras entrañas; a Jesús Salvador, Médico y salud de las almas; a Jesús, camino por donde andamos, verdad en quien y por quien creemos, vida por quien suspiramos: concededme un vislumbre de vuestra gloria, que me haga despreciar las vanidades del siglo. Sobre todo en la hora de mi muerte amansad las iras del justo Juez; miradme con ojos de ternura; recibidme entre vuestros brazos, y alcanzadme la corona de inmortalidad en vuestro celestial Imperio. Amén.

DÍA QUINTO 

CONSIDERACIÓN:
MARÍA ES ESTRELLA LUMINOSA.

Veneramos hoy a la Soberana Virgen como astro siempre resplandeciente sin padecer algún eclipse ni menguante; como estrella de la mañana que disipa las tinieblas de la culpa y del error. Ciega la posteridad de Adán y enferma por las miserias que contrajo de su envenenado principio, vivía sumergida en las sombrías regiones de la muerte. Para iluminarnos viene María, luz grande y brillante antorcha: tal amaneció en el místico firmamento de Barcelona por su Imagen del Remedio que aquí se venera en su propio Altar, la misma que antes tenía por titular de su Real e Imperial Capilla la Reina de España Isabel, esposa de Carlos V. ¡Oh, cuán digna es de nuestra afectuosa veneración esta sagrada Imagen, pues la majestad, y brillantez de su apacible rostro nos acuerda las luces y copiosos remedios que ha derramado y derrama incesantemente para recrear nuestra alma, y desvanecer tas tinieblas de nuestro entendimiento!

ORACIÓN

¡Oh luz resplandeciente de mi alma! ¡Estrella feliz y luminosa que anuncia la calma y serenidad! Señaladme el rumbo que debo seguir en esta peligrosa navegación. ¡Oh dulce Madre del Remedio!, ¿cuándo se disiparán por vuestra mediación las densas obscuridades de que está circuida mi alma? ¿Cuándo se alegrará con la clara luz de vuestra brillante aurora? ¿Qué gozo puedo tener, pues no veo la luz del Cielo, porque me lo impide la espesa nube que han formado sobre mi alma las vanidades del siglo? Pero qué, ¿he de quedar para siempre privado de tanta luz? No lo permitáis, Madre mía; antes bien a la sombra de vuestra sagrada Imagen, Luna bella, benéfica y apacible, haced me amanezca el alba de la gracia, que ilumine y disipe mis tinieblas hasta formar el día claro de mi verdadera y eterna felicidad. Amén.

DÍA SEXTO

CONSIDERACIÓN:
MARÍA ES CONSUELO DE AFLIGIDOS.

Como suave consoladora de afligidos se nos representa hoy la Soberana Virgen del Remedio. Ella, dice San Bernardo, se ha hecho toda para todos; a todos abre el seno de su copiosa misericordia para que todos reciban de su plenitud, la salud el enfermo, el pecador el perdón, el justo la gracia, la redención el cautivo, el triste su consuelo. Ella tranquiliza con su presencia las tempestuosas olas de aflicción en que debían naufragar los miserables hijos de Adán. Así apareció esta benéfica Madre del Remedio el año de mil doscientos treinta y seis a unos infelices cautivos cristianos, que gemían bajo la tiranía de los Moros en la ciudad de Córdoba, consolándoles en sus angustias y asegurándoles su pronta libertad, como se verificó en la conquista que de aquella Ciudad hizo el santo Rey Don Fernando. Tristes y desconsolados mortales, en todas las aflicciones mirad a vuestra estrella, invocad a María.

ORACIÓN

¡Misericordiosa Remediadora de los hombres, vida y esperanza nuestra! ¿Qué afligido imploró jamás con tierno afecto vuestro amparo, y no fue consolado? ¿Por qué temerá acercarse a vuestro compasivo Trono la humana fragilidad? En Vos nada hay de aspereza ni terrible; sois toda dulce y suave: vuestras entrañas están llenas de piedad y gracia, de mansedumbre y misericordia: ofreceis a todos la leche y lana de suavidad. Mirad pues, oh Señora mía, los males que me circundan en el cuerpo y en el espíritu, las tribulaciones que me agitan; ponéos de mi parte, y nada temeré. Y cuando a tantos habeis consolado, ¿quedará mi alma excluida de vuestra eficaz protección? Verdaderamente así lo merece mi ingratitud a vuestros llamamientos: pero no, Madre mía, no lo consentirá vuestro Corazón amante. Sed mi dulce consuelo ahora y siempre. Amén.

DÍA SÉPTIMO 

CONSIDERACIÓN: 
MARÍA ES SALUD DE LOS ENFERMOS.

Salud de los enfermos canta la Iglesia y aclama a María. Ella misma ha cumplido serlo invocada como Madre del Remedio; y así lo experimentó con especialidad la Ciudad y Reino de Valencia en el año mil trescientos quarenta y ocho. Un horrible contagio lo devoraba todo, cuando una Imagen llamada antes de la Piedad habla a una devota mujer, y le manda se le mude el nombre en el de Remedio. Se cumple así con aclamación universal, y desde luego cesan los agostadores estragos de la mortandad ocasionada por la peste. ¡Oh virtud y eficacia del Remedio de María! ¡Oh Medicina universal y poderosa para todos los males! Considera cuánto aprecia nuestra misericordiosa Madre el ser Remedio de nuestras dolencias, pues para sanarlas prefiere el título de Remedio al de Piedad. Procura merecerte y aplicarte este bálsamo eficazmente indefectible, que sin duda será segura medicina para todas tus necesidades.

ORACIÓN

¡Oh dulce Madre del Remedio! Vuestras entrañas misericordiosas se abrieron en otro tiempo para derramar el antídoto de vuestras gracias sobre los males del cuerpo: derramadlo ahora sobre las necesidades de mi alma. Compadecida de los infortunios de vuestro pueblo, disteis sobre él una mirada de ternura, y bajasteis para su remedio: miradme ahora con ojos compasivos, y curad en mi alma la peste del pecado. Haced se disipen los envenenados aires de corrupción y libertinaje, con que los enemigos de vuestro Hijo procuran inficionar mi espíritu y sofocar en él las preciosas semillas de la fe y Religion santa que heredamos de nuestros Padres. Conservadla pura y resplandeciente, para que me ilumine y dirija en la obscura peregrinación de este destierro hasta llegar a la feliz mansión de la eterna Patria. Amén.

DÍA OCTAVO

CONSIDERACIÓN: 
MARÍA ES CAUSA DE NUESTRA ALEGRÍA.

Entre las alabanzas que la Iglesia tributa a la Soberana Madre del Remedio, con razón la apellida causa de nuestra alegría. Ella como brillante aurora ya desde su nacimiento desvaneció las sombras de la infidelidad. Ella ya exaltada al Trono de la Gloria apareció a sus siervos para consolarles en los mayores apuros, dudas y perplejidades, y traerles el verde y frondoso olivo de serenidad. Ella principalmente manifestó ser causa de la alegría de sus escogidos apareciendo de nuevo en Valencia al Patriarca San Juan de Mata. Se hallaba este Santo Redentor en aquella Ciudad, ocupada por los Moros, con el fin de procurar la libertad de los miserables cautivos que allí gemían, pero sin los medios necesarios para el rescate. Mientras aquel glorioso Patriarca celebraba el santo Sacrificio de la Misa, implorando con ternura los auxilios de aquella excelsa Reina, cuyas misericordias jamás faltan, se le aparece María, y renovando el prodigio ya antes acaecido en Túnez le deja sobre las aras cuanto dinero necesitaba para su caritativo designio; y así todos los infelices trocaron sus lamentos en justos cánticos de alegría.

ORACIÓN

¡Oh Soberana Virgen, Madre del amor hermoso y santa esperanza! Vos, llena de bendiciones desde el primer instante de vuestro purísimo ser, trajisteis la luz para disipar las tinieblas del error y de la más crasa ignorancia. Vos fuisteis el arco Iris, feliz presagio de la más tranquila y apacible serenidad; sois Madre de los vivientes, estrella de la mañana, aurora de felicidad, gloria y alegría de nuestro pueblo. ¡Oh Madre mía amorosa! ¿No llegarán hasta mi alma para iluminarla y alegrarla los brillantes reflejos de vuestra virtud y soberanos dones? Constituido en este valle de lagrimas entre tinieblas más densas que las de Egipto, mi triste alma gime y suspira desde el profundo de la más penosa esclavitud, esperando el remedio y alegría de vuestra misericordia. ¿Y no conmoverá vuestras compasivas entrañas mi triste situación? Ea, tierna Madre del Remedio, amanezca a mi pobre alma la resplandeciente luz de vuestra gracia y alegría de vuestro Corazón, para que así fortalecido conciba una firme esperanza, un acendrado amor y ardientes deseos de la tranquilidad perfecta e imperturbable alegría de la eterna Gloria. Amén.

DÍA NOVENO 

CONSIDERACIÓN: 
MARÍA ES POZO DE AGUAS VIVAS.

Pozo de aguas vivas podemos llamar a nuestra excelsa Madre del Remedio, por haber ella sido, mediante la veneración de sus Imágenes, copioso manantial de aguas en los tiempos de esterilidad. Dígalo la ciudad de Zaragoza y su comarca, cuando afligida por la sequedad de la tierra en el año mil setecientos cuarenta y ocho, y por segunda vez en mil setecientos cincuenta y cuatro acude a la Vírgen del Remedio, llevando en procesión su Imagen desde San Lamberto a Zaragoza, y firme en su poderoso valimiento ve con júbilo universal abrirse las cataratas del cielo y fecundizarse sus campiñas, sucediendo la abundancia a la miseria. ¡Oh, cuánto es el poder de María, pues los elementos obedecen a su imperio! Así podemos asegurar que la intercesión de la Madre del Remedio, y aun la vista o la sola sombra de su sagrada Imagen en muchos pueblos y Ciudades renovó aquellos prodigios de salud que obró en otro tiempo entre los Israelitas la vista de la serpiente de metal. Y si tan compasiva se ostenta en remediar las esterilidades del cuerpo, ¿cuánto más lo hará en las del alma, por ser ellas más peligrosas?

ORACIÓN

¡Oh misericordiosa Madre del Remedio! Vos sois el pozo de aguas vivas y la fuente sellada de que manan las saludables influencias de la divina gracia. Compadecéos de la esterilidad de mi alma, tierra seca e infructífera por estar poseída de los abrojos y espinas de la culpa. Derramad sobre ella los riegos de espirituales bendiciones, y fertilizadla para que lleve abundante cosecha de virtudes. ¡Oh María!, ¡cuánto se regocija mi alma por hallar en Vos el inagotable manantial no solo de frutos y alimentos temporales, sino principalmente los bienes espirituales? Dignaos remediar todas mis necesidades, haciendo que participe dignamente el fruto bendito de vuestras entrañas, Cristo Jesús, en el admirable Sacramento de su infinito amor. Haced en fin, que rociada mi alma con el suave néctar y poderosa suavidad de vuestros influjos, dé frutos dignos de penitencia, con que se abra el camino para la Sion santa, y pueda allí cantar eternamente en vuestra compañía las misericordias del Señor. Amén.

Aquí repetiremos lo que se desea recibir; se dirán tres Padre nuestros, Ave Marías y Glorias.



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