12 ORACIONES A NUESTRA SEÑORA DEL PATROCINIO PARA SANAR CORAZONES AFLIGIDOS



ORACIÓN 1

Dulcísima Madre de Piedad, Consuelo de afligidos, Refugio de atribulados, Amparo de oprimidos, Madre de todos; a vuestros pies llego con vergüenza, indigno de mirar aquellos ojos clementísimo, que en una mirada saben consolar todos los hijos de la Iglesia. Merezca, cuando menos, Madre mía, adorar vuestras plantas soberanas, y rendir una vez este pequeño tributo de humildad a Vos que sois la Reina de todos los humildes Madre de Jesús, que con humilde, y manso corazón, vive y Reina con Vos por una eternidad. 
Amén.

ORACIÓN 2

Ved aquí, Señora, un Alma, hija vuestra, perdida en el tumulto y vanidades de la vida que viene a los brazos de su Madre, llena de afrenta y confusión, con la pretensión de reconciliarse con Vos primeramente, y suplicar después las gracias que tanto sabeis, ¿será posible, Señora, que la despreciéis? ¿Vos que a todos llamais, desecharéis esta infeliz que os llama en la mayor pena con ayes y suspiros, dolor y contrición de corazon? No, Madre mía: no lo hagáis por quien sois: Que sois la delicia de los cielos, recreo de los Santos, y única confianza, dice vuestro devotisimo Bernardo, de todo Pecador. Así lo espero en vuestro sagrado Patrocinio. 
Amén.

ORACIÓN 3

Mejor sabreis que yo, Reina Soberana, la gracia especial que os vengo a suplicar en esta Octava, y que no es posible merecerla sin que haga paces y vuelva en amistad con vuestro Hijo, a quien mis culpas han irritado tantas veces. Sea la primera gracia que yo merezca, Señora, a vuestra Alteza, un dolor agudo y penetrante que rompa y despedace en trozos de humildad mi corazón, que es la situación donde Jesús a ninguno sabe despreciar, según nos dice por David, el mismo Soberano Señor, Rey de los humildes, que vive con Vos y reina con su Santo Espiritu y Padre. 
Amén.

ORACIÓN 4

Yo no sé, Señora, si la gracia especial que tan encarecidamente suplico a vuestras plantas será de vuestro agrado, y de provecho especial para mi alma. Si no lo fuese, encaminad mejor mis oraciones, y sabed que solo pido aquello que Vos misma suplicáis con entrañas de Madre piadosísima para un alma, hija la más indigna de una Madre tan santa, que soy yo, por un exceso de bondad, con que Jesús me llamó a su Iglesia y me sustenta en un País tan venturoso, que acaso es el primero y único en la tierra consagrado a vuestro soberano Patrocinio. Espero este favor, Reina de mi alma, para mayor honra y gloria vuestra. 
Amén.

ORACIÓN 5

Concédenos te suplicamos, oh Dios Omnipotente, que las almas de tus fieles, que se gozan bajo el nombre y la protección de la Santísima Virgen María, por su piadosa intercesión sean librados de todos los males terrenos, y merezcan alcanzar el gozo eterno en el Cielo. Por Jesucristo Nuestro Señor. 
Amén.

ORACIÓN 6

Calle vuestra Misericordia y Patrocinio, Señora, dice vuestro ternísimo Bernardo, cualquiera que no reciba lo que os pide, si esto no se opone al logro de la Bienaventaranza. ¿Callaré yo este atributo, que tanto os enoblece? Yo que nací, entrañada en el seno de vuestro sagrado Patrocinio, ¿también lo callaré? ¿Podrá olvidar una criatura, hija vuestra, el regazo de su Madre? Y si hay alguno que lo calle o que le olvida; y no callaré, ni cesaré de cantar por una eternidad la gloria de nacer y vivir en nuestro Patrocinio y Protección, de quien espero firmísimamente cuanto os pido en esta oración, para mayor honra y gloria vuestra. 
Amén.

ORACIÓN 7

La merced especial que pido a vuestras plantas, Reina Soberana, me puede libertar de una gran pena y amargura. Si continúa mi dolor a vuestros pies, será todo mi consuelo acompañaros en el luto y desamparo que toda la vida padeciste con la triste memoria del afrentosísimo martirio que había de sufrir en una Cruz el Hijo de Dios y vuestro, mi Jesús. Este será el fruto preciosísimo que espero recibir de vuestra mano, cuando mis culpas os tengan tan atado el brazo derecho, que no me pueda desamparar la gracia que os suplico y Vos reservais para el momento en que acabe de llorar con verdadera penitencia mis pecados. Favor que espero de vuestro admirable Patrocinio. 
Amén.

ORACIÓN 8

Cuatro dias ha, Reina Clementísima, que tengo el honor y consuelo celestial de hablar con Vos. Vos decís que el que os halla, hallo la vida. Yo os hallé, y todavia lloro la misma enfermedad, trabajo y necesidad. ¿Será que no podeis, o no quereis vivificar y consolar mi corazón? Sé que no. ¿Será, que dilatáis el beneficio, por gozaros de verme suplicar más y más a vuestros pies con rendimiento y humildad? Si es así yo, Madre mía, os colmaré todas las medidas; porque no cesaré de clamar a vuestras plantas con suspiros ternísimos de amor y devoción, que finalmente han de quebrantar ese vuestro pecho clementísimo, donde hay un Corazón tan cariñoso, que no saber mirar sin enjugar las lágrimas de todo pecador bien arrepentido. Estélo yo con vuestro soberano Patrocinio. 
Amén.

ORACIÓN 9

Mis necesidades, Señora, crecen por momentos. Cuando pensaba tener más bien seotado el pie de la esperanza para recibir la gracia que os suplico, agoniza mi alma, tiembla y se estremece solo de pensar que voy a recibir una merced, que puede convertir mi ingratitud en deshonor vuestro y de Jesús. ¿Qué será de mí, si después de este favor yo vuelvo a pecar? ¿Quién mediará por esta desventurada criatura, que así malogra vuestra misericordia? Si no recibo la gracia que os suplico, vivo en una cruz. Si la recibo y malogro, despedazo vuestro ternísimo Corazón que la dispensa. ¿Qué será de mí en semejante desconsuelo y turbación? Yo me arrojo a ciegas, Madre mía, en el mar de vuestro sagrado Patrocinio. Recibidme en este seno de piedad, aunque viva hasta la muerte en una cruz. 
Amén.

ORACIÓN 10

Mirad, Señora, la necesidad de un Alma que Jesus quiso redimir con la preciosísima Sangre de sus venas; y veréis grabado en ella el Rostro de Jesús, su Criador y Redentor. El Rostro de Jesús grabado en mi Alma, Señora, es el angustiado, el necesitado, el afligido y oprimido que venera vuestras plantas. ¿Podrá Jesús despreciar esta viva imagen que formó a su semejanza? ¿Podréis Vos mirar con indiferencia o con desdén, un vivo retrato de Jesús? Es verdad que el pecado lo manchó: mas esto, Señora, se suplica, que paséis la mano de la gracia por este rostro envilecido y afeado; que le restituyáis su primitiva hermosura y esplendor, y a este fin le concedais la gracia que os suplico, u otra más digna de vuestro Patrocinio soberano. 
Amén.

ORACIÓN 11

Si os importuno, Reina mía, vuestra dignación soberana me convida. Toleráis mis demandas con paciencia, y parece que no las reprobáis, según la fe y esperanza que me dais al corazón de favorecer mis oraciones. No sea ilusión, Reina soberana, este sentimiento de piedad que pasa por mi Alma. Sea fruto de vuestro sagrado Patrocinio, que nunca se insinúa al corazón sin una firmísima confianza de recibir el beneficio que os dignais de conceder, para bien de aquellas Almas que abandonan todos sus cuidados en manos de Jesús. Quiero decir, en las vuestras, que, según dijo San Bernardo, son los canales por donde envía Dios todas las gracias. 
Amén.

ORACIÓN 12

Si has de consolar, Reina Clementísima, y admitir en tu gracia esta Alma pecadora, ¿a cuándo esperas? Si no lloré bastante, dad a mis ojos una fuente que mane día у noche aguas amarguísimas, con que lave el corazón y lengua, y así sean mis súplicas aceptas a Vos, que nada escuchais de un labio y corazón a quien primero no purificáis. ¡Oh, si mereciese anegar en el llanto la multitud de mis pecados! ¡Oh, si pudiere sofocar en un mar de lágrimas el fuego infernal de mis pasiones! Todo lo puedo, Madre mía, con vuestro Soberano Patrocinio, hermosísimo Sol, que nace cada día sobre los buenos y los malos. Nazca sobre mí la estrella de tu Gracia, que me guíe en la noche de la culpa, a esos tus brazos amorosos, donde amanece el Sol de Justicia Jesucristo, mi Esposo Dulcísimo, que vive con Vos, y reina para siempre con su Padre y Santo Espíritu. 
Amén.

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