SAN SEGUNDO. ORACIÓN PARA PEDIR BIENESTAR PARA LOS QUE ESTÁN PRESOS


San Segúndo, glorioso mártir de Dios:
tú que uniste la Cruz del Salvador Jesús, 
obtén salud para los enfermos, 
consuelo para los que sufren afligidos, 
para los que están presos,
descanso eterno para los muertos, 
y consuelo para las familias en duelo. 

Tu que comprendiendo y sufriendo
por los que estaban encarcelados,
presos, privados de libertad,
siendo por causa justa o injusta,
y acudías a visitarlos para darles consuelo y ayuda,
no dejes sin tu fortaleza a __________
que culpable o no, merece tu ayuda,
tu compasión y tu amor,
y ser tratado como un ser humano.

Que sea Dios, Señor Nuestro,
quién juzgue sus errores en esta vida
cuando llegue su hora,
como la de todo mortal en este valle de lágrimas,
pero que mientras esté pagando sus deudas
en esta vida terrenal
sienta tu protección y esté alejado
de peleas, discordias y amenazas
para que pueda meditar sobre su conducta
y que por la gracia divina
vuelva al camino del bien
del que nunca debío alejarse.

Glorioso santo, los presos,
viven en un mundo marginal
en el que más que aprender 
el camino de la reinserción social,
son provocados constantemente
para volver a caer en el error.

Que sea tu bendita presencia y compañia
la que haga que ___________
regrese al camino de la verdad y la vida honrada.

Su familia, amigos, compañeros,
le envíamos, junto contigo,
el deseo de que sea libre de malas influencias,
de maldades, traiciones y malos tratos.

Que con estas buenas influencias
su cuerpo y su alma, recuperen
el equilibrio y sea posible que en poco tiempo
arrepentido de sus malos actos
pueda recuperar su libertad
y sea como la oveja que vuelve al redil
para vivir una vida constructiva,
honesta y libre de todo mal.

Oh Dios, escucha nuestras súplicas,
porque esperamos en tu misericordia:
por intercesión del santo mártir Segundo,
que nos des tu paternal auxilio.

Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que es Dios,
y vive y reina contigo, en la unidad del Espíritu Santo,
para todas los siglos de los siglos. 

Amén.

Rezar Padre Nuestro, Ave María y Gloria al Padre.


SAN SEGUNDO

El nombre segundo puede provenir de "se condens", es decir, "comportarse con hábitos honestos", o de secundans, es decir, "obedecer las órdenes del Señor", o de secumdux, "tener control sobre si mismo". O mejor dicho, se refiere a los dos caminos que conducen a la vida eterna, la primera la de la penitencia y las lágrimas, la segunda la del martirio. Ahora bien, este precioso mártir alcanzó la vida no sólo a través de la primera, sino también por la segunda vía.

Segundo, fue un soldado intrépido, un notable atleta para Cristo y un glorioso mártir del Señor. Recibió la corona del martirio en Asti, ciudad ilustre por su presencia y que se glorifica al tenerlo como patrón. Fue instruido en la fe en Cristo por el Beato Calocerus, quien estuvo preso en Asti por orden del prefecto Sapricio.

Sapricio fue a Terdona para obligar al bienaventurado Marciano, que estaba preso allí, a sacrificar a los dioses. Segundo lo acompañó tanto para divertirse como para conocer al Beato Marciano.

Poco después de salir de la ciudad de Asti, una paloma se posó en la cabeza de Segundo, lo que llevó a Sapricio a decir: "Mira, Segundo, cómo te aman nuestros dioses, que envían pájaros del cielo a visitarte".

Al acercarse al río Tanagro, Segundo vio un ángel del Señor caminando sobre el agua y que le dijo: "Segundo, ten fe y así serás capaz de caminar sobre los idólatras". Sapricio dijo: "Mi hermano Segundo, escucho a los dioses hablar contigo". Segundo, respondió: "Caminemos de acuerdo con los deseos de nuestros corazones".

Cuando llegaron al río Borimão, se le apareció de nuevo un ángel y le dijo: "Segundo, tú ¿Crees en Dios o todavía tienes dudas?". A lo que él respondió: "Creo en la verdad de su Pasión.

Sapricio: ¿Qué te oigo decir?

Cuando entraron en Terdona, por orden del ángel Marciano salió de la cárcel y se le apareció a Segundo: "Ve, Segundo, en el camino de verdad y siguelo para recibir la palma de la fe",

Dijo Sapricio: "¿ Es este hombre quien nos habla en sueños?"

Él respondió: "Es un sueño para ti, pero para mí es una advertencia y un estímulo".

Después de eso Segundo se fue a Milán, y en las afueras de la ciudad un ángel del Señor trajo ante él a Faustino y Jovito, que hasta entonces habían estaban presos, y de ellos recibió el bautismo, cuya agua fue suministrada por una nube. En ese mismo momento, una paloma descendió del cielo y trajo el cuerpo y la sangre del Señor a Jovito y Faustino, y este le dio a Segundo para que llevase a Marciano.

Cuando Segundo llegó a las orillas del río Po, el ángel del Señor tomó su caballo por la brida, lo ayudó a cruzar el río, lo acompañó a Terdona, lo introdujo en la prisión de Marciano, y Segundo le entregó el tesoro recibido de Faustino, ante lo cual exclamó: "Y el cuerpo y la sangre del Señor estén conmigo para vida eterna". Entonces, por orden del ángel, Segundo salió de la prisión y se fue al cuartel.

Entonces Marciano fue condenado a ser decapitado y Segundo enterró su cuerpo. Al oír esto, Sapricio mandó llamarlo y dijo: "Ya veo, eres cristiano". Segundo, respondió: "Es verdad". Sapricio: "Te buscas una mala muerte" Segundo: "Es a ti a quien se debe"

Cómo no quera sacrificar a los dioses paganos, Sapricio lo desvistió, pero el ángel del Señor vino a traerte un manto.

Seguidamente Sapricio lo hizo torturar persistentemente en un potro para que sus brazos fueran dislocados, pero habiendo sido sanado por el Señor, fue arrojado a la cárcel. Allí se le apareció el ángel del Señor y le dijo: "Levántate, Segundo, y sígueme, yo te conduciré a tu Hacedor." Luego lo llevó a la ciudad de Asti y lo introdujo en la cárcel donde Calócero iba acompañado del Salvador. Al verlo, Segundo se arrojó a sus pies, y el Salvador dijo: “No temáis, que yo soy el Señor vuestro Dios, y os libraré de todo mal.” Entonces los bendijo y ascendió al cielo.

Por la mañana, Sapricio mandó llamarlo desde la prisión, pero a pesar de estar todo cerrado, Segundo no estaba. Sapricio se trasladó de Terdona a Asti para castigar a Calocero, y mandó traerlo ante él. Cuando fue informado que Segundo estaba con Calócero, ordenó uqe llevaran a los dos ante él y les dijo:

"Nuestros dioses saben que los despreciais y quieren que ambos mueran"

Como todavía no querían sacrificar, el alcalde ordenó al derretir brea con resina y que se la echaran en la cabeza y la boca. Pero ellos la bebieron de buena gana, como si fuera agua muy fresca, y exclamaron en voz alta: "¡Qué dulces son tus palabras en nuestras bocas, ¡Señor!".

Sapricio luego los sentenció a ser decapitados, a Segundo en Asti y a Calocero en Albigano.

Cuando al bienaventurado Segundo le cortaron la cabeza, los ángeles del Señor tomaron su cuerpo y lo enterraron cantando en acción de gracias. Su martirio tuvo lugar el 29 de marzo.


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