SANTA MARIA MAGDALENA, ORACIÓN PARA ALIVIAR LAS PENAS DEL AMOR


Oh! Santa María Magdalena, 
piadosa enamorada del Salvador,
espejo brillante y vivo ejemplo
de verdadera conversión
y sincero arrepentimiento.

Fuiste regla y modelo de la vida contemplativa,
que durante treinta y tres años
vivistes en la soledad, ignorada del mundo
y escondida a sus miradas,
gustando los movimientos interiores
y suaves afectos del amor divino.

Gran Santa que sólo en Jesús
encontrabas tu amor, tu paz y tu consuelo,
que merecisteis anunciar a los Apóstoles
la Resurrección de nuestro Redentor,
alcanzadme que merezca una centella
de aquel amor ardiente que tuviste a Jesús
y la gracia de morir invocando
los dulcísimos nombres de Jesús y de María.

Amén

Si estas en afliccion, sufrimiento, dolor, 
en mala situacion, y estás llorando, coge tus lagrimas 
y se las untas a una vela blanca en forma de espiral, 
las comunmente utilizadas para los candeladros 
y se la enciendes a Maria Magdalena 
y al Sagrado Corazón de Jesús y rezas esta oración. 
A continuación 3 Padre Nuestro, 3 Ave Maria y 3 credos 
y pide con fe, abre tu corazón y verás la respuesta,
que te causará un gran alivio de tus penas.


SANTA MARÍA MAGDALENA

"Maria" se puede interpretar como "mar amargo" o "iluminador" o "iluminado". Por estos tres significados podemos entender los tres caminos por los que ella fue excelentemente elegida, el de la penitencia, el de la contemplación interior, y el de la gloria celestial. 

A ellos se refería el Señor cuando dijo: "María escogió al camino mejor, y nadie os apartará de él." El primero no podrá negarse a causa de su objetivo, que es la bienaventuranza, el segundo, por la continuidad que existe entre la contemplación en vida y contemplación hecha en la patria, el tercero en razón de la eternidad de la gloria celestial. 

Se le llama "mar amargo" por haber optado por la gran penitencia, por haber derramado tantas lágrimas con las que lavó los pies del Señor. 

Se llama a sí misma "iluminadora" porque optó por la contemplación interior, porque deseaba con ansia recibir lo que luego se derramó abundantemente, la luz. Se llama a sí misma "iluminada" por haber optado por el excelente camino de la gloria celestial, teniendo entonces la mente iluminada por la luz del conocimiento perfecto y el cuerpo por una luz translúcida. 

Todavía se la llama "Magdalena", que proviene de manens rea, "considerada acusada"; o Magdalena puede interpretarse como "fortificada" o "invicto" o "magnífico", indicando las tres etapas de su vida, antes convertirse, durante la conversión y después de la conversión. Antes de convertirse, era culpable y merecía el castigo eterno. Durante la conversión se convirtió en "fortificado" o "invicto" por la armadura de la penitencia y por todas las excelentes armas que proporciona la penitencia y con las que transformó su vida de placeres en sacrificio. 

Después de su conversión era "magnífica", porque la que abundó en error se hizo sobreabundante en gracia.

María, apodada Magdalena por el castillo de Magdala, nació en una familia muy digna, descendiente de reyes. Su padre se llamaba Ciro y su madre Eucária. Junto con el hermano Lázaro y la hermana Marta era dueña del castillo de Magdala, ubicado en Betania, localidad cerca de Jerusalén y a dos millas de Genezareth, además de una gran parte de de la ciudad de Jerusalén. Cuando se repartieron estas posesiones entre ellos, María recibió Magdala, por eso se llamó Magdalena; Lázaro, recibió gran parte de la ciudad de Jerusalén, y Marta, Betania. 

Cómo se entregó Magdalena completamente a los placeres corporales y Lázaro estaba más interesado en la actividad militar, Marta con prudencia y valentía comenzó a gestionar las partes de su hermano y hermana, entregando lo necesario a soldados, sirvientes y pobres.

Después de la ascensión del Señor, los tres hermanos vendieron lo que tenían y dieron todo su importe a los apóstoles. 

Antes de que Magdalena fuera muy rica, y como la abundancia va acompañada de la voluptuosidad, cuanto más percibía el esplendor de sus riquezas y su belleza, más sumergía su cuerpo en la voluptuosidad, de modo que pronto dejó de ser llamada por su nombre, y lo hizo como por "la pecadora". Pero sabiendo por inspiración divina que Cristo, que predicaba aquí y allá, estaría en casa de Simón el leproso, estaba por allí en aquel entonces, pero siendo pecadora, no se atrevía a mezclarse con los justos, y se postró a los pies del Señor, los lavó con lágrimas, los secó con sus manos, su cabello y los ungió con ungüento precioso, porque en aquella región el calor del sol es tan fuerte que los habitantes usaban baños y ungüentos. 

Cuando Simón la vio, pensó que Cristo no era profeta, porque si lo fuera, de ninguna manera se dejaría tocar por un pecador. Entonces El Señor lo reprendió por su orgullo y falta de justicia y perdonó a la mujer todos los pecados.

El Señor concedió a María Magdalena inmensos beneficios y la distinguió con signos de predilección: expulsó de ella siete demonios, la inflamó completamente de amor por Él, intimó con ella, se hizo su huésped, la encargó de cuidar de sus viajes y siempre la defendía con dulzura, ya fuera delante del fariseo (Simeón), que, comparándola con su hermana, la llamaba sucia y holgazana, o delante de Judas, quien la llamó disipadora. 

Cuando la vio llorar, él mismo no pudo contener las lágrimas y por amor a ella resucitó a su hermano, que había muerto cuatro días antes. Según Ambrose, fue por amor por lo que libró a su hermana Marta de las hemorragias que la atormentaban durante siete años, y fue por sus méritos que una de las doncellas de su hermana, Martila, dijo aquellas dulces palabras: "Bendito y digno es el vientre que lo llevó"

Es decir, lavó los pies del Señor con sus lágrimas, los secó con su cabello, los cubrió con ungüento. Ella fue la primera en tiempos de prueba quien solemnemente hizo penitencia, quien eligió el mejor camino, quién se sentó a los pies del Señor y escuchó sus palabras, ungió la cabeza del Señor, quién permaneció junto a la cruz durante la pasión del Señor, quién quiso ungir su cuerpo con ungüento, quién cuando los discípulos que partieron del sepulcro, no salió de allí, quien vio a Cristo resucitado, y a quién Jesús la hizo apóstol de los apóstoles.


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