LA VIRGEN DEL FOLGOËT.


Entre Guic-Ellean y Lesneven, en Bretaña, vivía por los años de 1.350 un pobre demente llamado Salaün, que era muy devoto de la Virgen cuando estaba en su sano juicio, e iba con gran frecuencia a la iglesia, para postrado de rodillas ante su sagrado altar, bendecirla y alabarla.

Perdida su razón, había olvidado todo lo que en su juventud estudiara, no acordándose de nada de cuanto aprendiera en otro tiempo, salía de un bosque donde comúnmente habitaba para ir a vagar por las calles gritando:
 
—¡O ibroun guere hes Mari!

Lo que traducido del breton, quiere decir:

—¡Oh, Señora, Virgen María!

¡Solo pensaba el desgraciado Salaün en bendecir a la amorosa Madre de los cristianos, solo se acordaba el, pobre loco, de la devoción que en sus breves días profesara a la Santa Virgen!

Las gentes que le oían repetir siempre la piadosa invocación, unas veces se compadecían del loco Salaün socorriéndole en sus necesidades, y otras sin duda, fastidiados de oírle a todas horas las mismas palabras sin que supiera decir más, se apartaban de su lado.
 
La muerte sorprendió, como a todos los hombres, al desgraciado loco, que fue enterrado al terminar sus días en un humilde sepulcro; sepulcro del que apenas nadie se acordaba, como tampoco del infeliz demente.

Se notó sin embargo, pasado un tiempo, que en aquella pobre tumba, crecía un hermoso lirio blanco. Varias caritativas personas, que habían tenido algunas consideraciones con Salaün por verle tan devoto de la Virgen, sabedores del suceso, no dudaron ni un momento, de que aquel lirio crecía sobre la tumba del infeliz demente por favor especial de ella.

También estaban convencidos otras muchas personas, y todos determinaron que se abriera el sepulcro, como en efecto se hizo, viendo con gran asombro que el lirio salía de la misma boca del cadáver del infeliz Salaün.

Habiendo llegado la noticia a Juan V, duque de Bretaña, de tan raro prodigio, quiso merecer la misma protección que dispensara la Virgen al pobre loco que tal devoción le había siempre profesado, haciendo solemne voto de erigir una hermosa capilla donde pudieran tributarla culto las gentes.

El mismo duque, acompañado de sus cortesanos, puso la primera piedra de aquel templo en el año 1564. Las guerras continuas que tenían que sostener en el país por aquel entonces, impidieron que se continuasen los trabajos, habiendo estos tenido varias interrupciones, sin que pueda decirse, aun ahora, que se halla ya concluido.

Precioso monumento es la iglesia que fundara el duque de Bretaña, siendo conocida con el nombre de Nuestra Señora del Folgoët, que quiere decir en lengua bretona Nuestra Señora del loco del bosque.

Las bellezas artísticas que adornan este templo, son de gran estima, y según algunos que lo han visto, su coro es una obra verdaderamente admirable por sus hermosos arabescos, sus calados y esbeltos pilares.

En una de sus capillas laterales hay varias pinturas de bastante mal gusto, pero que representan fielmente algunas escenas de la vida del pobre loco Salaün

En su pórtico ostenta doce magnificas estatuas de los doce primeros discípulos del Señor, hechas en piedra de Kersanton que fueron mandadas construir por Ana de Bretaña.

Junto a la iglesia de Nuestra Señora, puede verse todavía el priorato compuesto de varios edificios ruinosos.

El rey Francisco I, Ana de Bretaña y otros grandes personajes de muchas naciones del mundo, encontraron allí generosa hospitalidad cuando fueron a rendir piadosa adoración a la tan venerada imagen de la Virgen del Folgoët.
 
 
 
 
 
 
 

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