En la gran catedral de Toledo, España, hay una estatua de alabastro del siglo XII que es venerada por sus devotos.
La obra de arte de la Virgen y el Niño es amada por su dulzura e intimidad. La estatua está a la entrada del coro. Oficialmente, se titula "Virgen de Prima" por su mármol. pero cariñosamente se llama La Virgen Blnac o "La Virgen Blanca" por su color predominante. Su origen es francés.
En toda España, especialmente en la región vasca, en la catedral de San Miguel hay otra versión. Hay festivales asociados con las estatuas y una serie de guías turísticos que mencionan a La Virgen Blanca como un punto de interés.
En el siglo XII, el pueblo católico se enorgullecía de tener una tierna devoción a Nuestra Señora, la Madre de Dios y nuestra Madre. Recurrían a ella con la confianza de los niños amados porque sabían que ella los libraría del mal.
Al observar esta exquisita obra del hombre en honor a la Madre de Dios, uno no puede sino emocionarse pues nuevamente se convierte en un niño que mira a su Madre con mucho amor.
Oración a la Virgen
Madre de Dios y nuestra Madre,
el corazón virgen más amable,
deleite de la adorable Trinidad
y digna de toda la veneración y ternura
de los ángeles y de los hombres.
¡El corazón más parecido
al Corazón de Jesús,
cuya imagen perfecta eres!
Corazón lleno de bondad,
siempre compasivo hacia nuestras miserias,
digno de calentar nuestros corazones fríos
y moldearlos a la semejanza del Corazón de Jesús.
Infunde en ellos el amor de tus virtudes,
e inflámalos con el bendito fuego
con el que siempre nos purificas.
En ti, deja que la Santa Iglesia
encuentre refugio; se su guardián
y su siempre dulce refugio,
su torre de fuerza,
inexpugnable contra los ataques
de todos sus enemigos.
Sé el camino que conduce a Jesús;
se el canal por el cual recibimos
todas las gracias necesarias para nuestra salvación.
Sé nuestra ayudan en la necesidad,
nuestro consuelo en los problemas,
nuestra fortaleza en la tentación,
nuestro refugio en la persecución
y nuestra ayuda en peligro.
Pero especialmente te pedimos ayuda
en la última lucha de nuestra vida,
en el momento de nuestra muerte,
cuando todo el Infierno
se desatará contra nosotros
para arrebatar nuestras almas;
en ese momento terrible,
esa hora tan oscura,
de la que depende nuestra eternidad,
entonces, tierna Virgen,
haznos sentir cuán grande
es la dulzura de tu corazón maternal
y cuán grande es tu poder
recibido de tu Hijo, Jesús.
Ábrenos a nosotros mismos
en la fuente misma de la misericordia,
un refugio seguro,
para que un día nosotros
también podamos unirnos a ti en el Cielo
para alabarle por siempre.
Amén.
Madre de Dios y nuestra Madre,
el corazón virgen más amable,
deleite de la adorable Trinidad
y digna de toda la veneración y ternura
de los ángeles y de los hombres.
¡El corazón más parecido
al Corazón de Jesús,
cuya imagen perfecta eres!
Corazón lleno de bondad,
siempre compasivo hacia nuestras miserias,
digno de calentar nuestros corazones fríos
y moldearlos a la semejanza del Corazón de Jesús.
Infunde en ellos el amor de tus virtudes,
e inflámalos con el bendito fuego
con el que siempre nos purificas.
En ti, deja que la Santa Iglesia
encuentre refugio; se su guardián
y su siempre dulce refugio,
su torre de fuerza,
inexpugnable contra los ataques
de todos sus enemigos.
Sé el camino que conduce a Jesús;
se el canal por el cual recibimos
todas las gracias necesarias para nuestra salvación.
Sé nuestra ayudan en la necesidad,
nuestro consuelo en los problemas,
nuestra fortaleza en la tentación,
nuestro refugio en la persecución
y nuestra ayuda en peligro.
Pero especialmente te pedimos ayuda
en la última lucha de nuestra vida,
en el momento de nuestra muerte,
cuando todo el Infierno
se desatará contra nosotros
para arrebatar nuestras almas;
en ese momento terrible,
esa hora tan oscura,
de la que depende nuestra eternidad,
entonces, tierna Virgen,
haznos sentir cuán grande
es la dulzura de tu corazón maternal
y cuán grande es tu poder
recibido de tu Hijo, Jesús.
Ábrenos a nosotros mismos
en la fuente misma de la misericordia,
un refugio seguro,
para que un día nosotros
también podamos unirnos a ti en el Cielo
para alabarle por siempre.
Amén.
0 comentarios:
Publicar un comentario