El Arcángel San Rafael Rafael, cuyo nombre en hebrero significa «medicina de Dios» es uno de los siete ángeles que están en la presencia de Dios (Tob.12,15; Apoc.21,9).
En el libro de Tobías, uno de los más instructivos y bellos del Antiguo Testamento aparece el ángel Rafael. Su historia puede verse en este libro. Tobías era ya anciano y se había quedado ciego, y queriendo arreglar antes de su muerte los negocios de familia, dijo a su hijo, llamado también Tobías:
«Cuando tú aún eras niño presté diez talentos de plata a Gabelo en Ragués, ciudad de los medos, y tengo en mi poder el recibo firmado de su mano. Debes procurar el modo de ir allá y cobrarle dicha suma de dinero, devolviéndole el recibo».
Salió, pues, el joven Tobías y encontró no lejos de su casa a un esbelto joven, como quien está a punto de emprender un viaje. Tobías no sospechaba que era un ángel puesto a su disposición por la Providencia.
«Sabrías tú, le dijo, el camino para ir a la ciudad de Ragués? Sí, yo lo sé y conozco a Gabelo», respondió el ángel.
Luego entraron ambos en la casa del anciano Tobías, y el ángel le animó diciendo que tuviera buen ánimo y que pronto será curado por Dios, y que él acompañaría a su hijo...
El anciano Tobías fue un hombre observador fiel de los mandamientos de Dios y practicaba con todos las obras de misericordia... Dios estaba con él, y lo estuvo con su hijo, cuyo viaje emprendido fue feliz.
Por medio del ángel cobró la deuda, y le elige a Sara, mujer bella y discreta, por esposa, siendo única heredera (Tob.6,9 ss)... y al regresar a su casa le da la vista a su anciano padre...
Al tratar de la recompensa que habían de darle, padre e hijo acordaron darle la mitad de sus bienes al santo varón que le había acompañado en el viaje, y éste les dijo:
«Bendecid al Dios del cielo y glorificadle delante de todos los vivientes...», y se les reveló diciendo: «Yo soy el ángel Rafael, uno de los siete que asistimos delante del Señor» (12,6-15).
«No temáis. Por disposición de Dios estaba entre vosotros.
Bendecidle y cantad sus alabanzas».
ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS
Excelentísimo Príncipe del Empíreo San Rafael,
Excelentísimo Príncipe del Empíreo San Rafael,
Ministro del gran Rey,
celador de su honra,
protector de la castidad,
patrono de la limosna y oración,
conductor de los caminantes,
libertador en los peligros,
auxilio cierto en las necesidades,
iluminador de los ciegos,
y médico universal de todas las enfermedades,
a vos clamo,
y a la sombra de vuestro patrocinio acudo,
para que os dignéis sostenerme en todos mis peligros, consolarme en todas mis tristezas,
dirigirme en todos mis apuros
y remediarme en todas mis necesidades.
Vos reunís todas las prerrogativas
Vos reunís todas las prerrogativas
de los nueve coros angélicos;
tenéis la pureza y el candor de los demás Ángeles;
sois Embajador de las cosas grandes,
como los Arcángeles;
sobre Vos descansa Dios como en los Tronos;
con las Dominaciones señoreáis los ánimos;
con los Principados veláis sobre Reyes y reinos;
enfrenáis los demonios con las Potestades;
obráis estupendos milagros como las Virtudes;
en Vos, finalmente,
se ven brillar las luces de los Querubines
y arder las amorosas llamas de los espíritus Seráficos.
Ya, pues, que residen en Vos
Ya, pues, que residen en Vos
tanta grandeza, poder y gloria,
usad de vuestra generosa beneficencia
con esta inútil criatura, que aunque frágil,
al fin os ama con dulce pasión,
para que sea feliz en tiempo y eternidad.
Amén.
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