ORACIÓN
Ante tus pies me postro, bendito santo,
para glorificar tu nombre y mostrarte mi devoción:
A ti, que desde que comprendiste la vanidad del mundo
te retiraste a la soledad, humilde Benito,
y allí mortificaste tu cuerpo viviendo en la austeridad.
Por tu vida santa, el mundo te honró.
Reyes, príncipes, y tus más fieles devotos
acudieron a ti, pobre entre los pobres,
humilde entre los humildes,
para verte en la soledad,
para encomendarse a tus oraciones,
o para imitar tu género de vida.
Hoy santo mío, soy yo quien ante ti se presenta,
para solicitar tu favor, ayuda y protección
contra cualquier fuerza del mal
que busque hacerme su víctima,
sea de este mundo o de origen sobrenatural,
enemigo encarnado o desencarnado,
magia, hechizo o brujería,
fuerza maligna humana o diabólica.
Cúbreme con tu bendita fuerza,
santo poderoso y benevolente,
y mantenme a salvo de enemigos que me miren mal,
que me envíen odios, rencores y enfermedad.
Tú que amate al mundo y él te despreció;
lo despreciaste y él te prodigó sus alabanzas.
San Benito, vencedor del mundo,
San Benito, vencedor del mundo,
los religiosos de tu orden son tus hijos y tu corona.
Tus hijos y tu corona son tus obras:
y ellas te siguieron hasta el trono de Dios,
que hizo de ti su santo favorito
concediéndote todo cuanto le pides
para favorecer a tus fieles devotos.
Atiende hoy mi súplica,
y concédeme el favor que te pido,
para que con tu valiosa protección
pueda valerme yo en esta vida
rechazando las malas influencias de mis enemigos.
Amén.
ORACIÓN
Eres humilde, glorioso y poderoso a la vez,
bendito San Benito abad,
yo agradezco a Dios
por haberte investido con su gracia
para amarlo por encima de todo
y establecer una regla monástica
que ha ayudado a muchos de sus hijos
a vivir vidas plenas y santas.
Por el poder de la santa cruz de Jesucristo,
Por el poder de la santa cruz de Jesucristo,
te pido que por favor intercedas
para que Dios pueda protegerme a mí,
a mis seres queridos, a mi hogar,
a mis propiedades y mis bienes,
hoy y siempre, para que por tu poderosa bendición,
nunca estemos apartados de Jesús, María
y la compañía de todos los benditos.
Por tu intercesión, deseo ser liberado
de todos los males que mis enemigos
hayan lanzado sobre mi,
sean físicos o espirituales,
provenientes de malas artes,
hechizos o brujerías,
o invocando presencias malignas,
males ante los que tu poder es grande,
pues resististe a las tentaciones,
traiciones y encuentros con el maligno,
evitando las opresiones espirituales,
los males físicos y las enfermedades.
Santísimo Confesor de Dios nuestro Señor,
Santísimo Confesor de Dios nuestro Señor,
Padre y Abad de los monjes,
intercede por mi salud física y espiritual.
Destierra mi de mi familia y de mi casa
las asechanzas del maligno espíritu.
Líbranos de envidias y malas lenguas.
Pide por mi al Señor para que remedie
mis necesidades, tanto las espirituales
como las físicas y temporales.
¡Oh glorioso San Benito,
que allí, desde el cielo ejerces
de padre bondadoso de todos tus devotos!
Más que nunca eres honrado hoy,
gracias al poder de la medalla
que viene honrada con tu nombre,
que nos ayuda, protege y,
detiene los avances del maligno,
proporcionándonos infinidad de prodigios,
favores y gracias que por su medio Dios nos ofrece.
Bendícenos a todos los que devotos a ti acudimos,
alcánzanos del Señor, todas la gracias
que nos son necesarias en nuestro paso por esta vida
y especialmente la gracia de mantenernos
libres de todos los males que puedan acecharnos.
No me niegues tu favor, san Benito protector,
y que tu amor, que siempre fue la mayor virtud
que ejerciste tanto en el claustro
como con todos tus semejantes
sea el arma que yo esgrima
para liberación de mis enemigos y traiciones.
Tu eres el agua preciosa que alivia todo dolor,
y a tu amparo me someto,
no me niegues tu favor
bendito santo, mi protector.
San Benito, ruega a Dios por mi.
Amén.
Padre mío y Dios todopoderoso
que has proporcionado a tu santo monje, Benedicto,
como líder y maestro en la vida espiritual,
un sinnúmero de seguidores.
Lleno como estaba del espíritu de todos los justos,
Tú lo inundaste con el esplendor de Tu luz.
En el intenso resplandor de esta luz,
su mente se liberó de obstáculos y pudo discernir
cuán incompletas están todas las cosas aquí en la Tierra.
Por esta causa, toda la compañía monástica,
en todas partes del mundo, cantan con alegría
las virtudes del santo, y junto con todos los ángeles,
alaban eternamente su presencia junto a Ti,
en tu gloria, con tu Hijo, y el Espíritu Santo.
San Benito se retiró al desierto a la temprana edad de los 14 años.
En su retiro, el demonio tuvo especial interés por encender en su corazón el fuego de las pasiones impuras. Para vencer, San Benito se revolcaba entre espinas y zarzas.
Considerado santo en vida por el fervor popular, este se extendió a lo lejos y le atrajo una multitud de discípulos.
Tuvo el don de realizar muchos milagros en vida que lo han hecho célebre; mas el mayor de los prodigios fue el establecimiento de su orden, que ha dado un sinnúmero de santos a la Iglesia. Murió hacia la mitad del siglo VI.
0 comentarios:
Publicar un comentario