SANTA BERNARDITA, ORACIÓN A LA PASTORCITA PARA PEDIRLE SANACIÓN DE ENFERMOS


ORACIÓN

 Humilde y buena, Bernardita,
fuiste elegida por Dios todopoderoso
y en ti derramó gracias y bendiciones
para ayudar a los enfermos
a superar sus terribles afecciones,
calmar sus dolores físicos,
restablecer sus fuerzas,
y vencer las enfermedades más difíciles.

 
Fue tu total obediencia
a las deseos y peticiones de Santa María,
el medio por el que ganaste para nosotros
que brotase el agua milagrosa de la curación,
tanto espiritual como física.

Escucha hoy mi plegaria, te imploro,
mi oración de ruego y súplica
para conseguir la sanación de:
 
(Decir el nombre de la persona enferma)
que sufre infinito dolor de alma y cuerpo.

Deposita mi petición a los pies 
de Santa María, bendita Madre de Dios
y de toda la Humanidad, para que a su vez,
ella pueda encomendarla a los designios
de su amado Hijo, nuestro Salvador Jesucristo,
y así pueda El vernos con clemencia y compasión.

Ayúdame, oh bienaventurada santa Bernardita,
a vivir siguiendo tu ejemplo,
 preocupándome del dolor de los que sufren,
y siendo siempre consciente
de la ayuda que necesitan en sus necesidades
especialmente de aquellos cuyos sufrimientos
son mayores que los míos.

Santa Bernardita de Lourdes,
ruega a Dios por mi,
para que en su infinita benevolencia
me conceda el favor de sanación
que en mi petición te he solicitado.
 
Amén.

Rezar 3 avemarías.

Bernardita Soubirous, la humilde pastorcilla que siendo una niña conversó con el cielo, nació en Lourdes, Francia, el año 1844, hija de unos molineros acosados por la miseria.
 
 
El 11 de febrero de 1858, recogiendo leña con sus hermanas en la campiña, se le apareció la Virgen por primera vez en el lugar llamado Massabielle, frente a una gruta situada en las proximidades del río Gave. La aparición se repitió numerosas veces, y durante una de ellas Bernardita removió las piedras de la gruta y comenzó a brotar agua en abundancia, formándose la famosa fuente de Lourdes, en donde pronto sanarían enfermos de todas partes del mundo. Esto sucedió el 25 de febrero de 1858.
 
La noticia de las apariciones se difundió rápidamente. El pueblo creyó en el milagro, pero las autoridades intervinieron violentamente, tratando de detener lo que llamaban "delirios de enferma" y "actos de fanatismo", por lo que ordenaron que la gruta fuese clausurada y se vigilase a Bernardita.
 
Todo fue en vano. Los éxtasis de la pastorcita y las frecuentes curaciones en el manantial dejaron sin efecto las disposiciones policiales. La Iglesia intervino a su vez, integrándose por mandato de Roma un Consejo Dictaminador que, estudiando el caso, llegó a la conclusión de que se trataba de un hecho milagroso.
 
Entonces se consagró la gruta y se edificó en ella (pues así lo había querido la Virgen, según declaraciones de Bernardita), una magnífica iglesia.
 
En el año 1866, la maravillosa niña de Lourdes ingresó en el convento de las Hermanas de la Caridad de Nevers, con el nombre de Sor María Bernarda. Ya para entonces su salud era precaria, pues sufrió, con agudos dolores, la tuberculosis y el asma.
 
A las preguntas que le hacían los médicos y superiores, espantados porque Bernardita sonriera cuando humanamente no era posible soportar los dolores que habían invadido sus huesos, contestaba ella que "así lo quería Dios, y que se sentía feliz en servirle".
 
Hizo votos perpetuos como religiosa en 1878. Pero murió poco después, el 16 de abril de 1879. La causa de su beatificación se inició en 1908. Su Santidad Pío XI firmó el decreto en junio de 1925 y, ocho años después, fue solemnemente canonizada.
 
La fiesta de Bernardita se celebra el 10 de abril.
 
En 1958 se festejó en todo el mundo católico el primer Centenario del Milagro de Lourdes. Por cierto que en esa ocasión, su vida fue llevada al cine con gran éxito. La historia de la joven que cuidaba ovejas y sufría en silencio la pobreza y las enfermedades, ha conmovido al mundo. Y el hecho sobrenatural y divino de las visiones que tuvo, pone sobre la malicia de los hombres un velo de respeto.
 
Bernardita Soubirous será siempre una flor de pureza surgida de las capas más humildes, y su santidad un ejemplo para la humanidad. Por eso se han escrito bellos libros sobre ella, porque su espíritu inspira la realización de obras superiores. Pero muchas veces la literatura no llega al verdadero pueblo, a quien hay que hablar con lenguaje sencillo y directo.
 
 

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