SANTA CECILIA, ORACIÓN PARA ALIVIAR PENAS Y AFLICCIONES


Hermosísima y gloriosa virgen y mártir Cecilia,
que viviste entre los ardores del casto amor a Jesús,
cual el serafín más inflamado del Cielo.
 
Bendita esposa del Hijo de Dios,
que siempre tras Él, por su amor,
conservaste puro tu corazón,
impoluto y castísimo tu cuerpo
pues pidiendo a tu esposo castidad
para el Redentor del Mundo lo guardaste,
ganando la posesión de la eterna bienaventuranza.


 Pide hoy por mi al Señor
para que inflame mi corazón
con el fuego del divino amor
y gane mi alma la gloria eterna
prometida por Dios a los que le aman.
 
Santa mía, concédeme también
la dicha de amar a mi prójimo con alegría,
no me dejes caer en la tristeza,
alivia mis penas y aflicciones,
y dame la paz del alma.
 
Amén.
 
En el libro Heroínas de Cristo, escrito por José Husslein, se encuentra el siguiente fragmento sobre Santa Cecilia, patrona de los músicos, cuya alma vibraba como una melodía celestial:
 
"Al iniciarse el tercer siglo de nuestra Era, Roma, la ciudad de los Cesares, se erguía resplandeciente bajo el sol de Italia. Sus deslumbrantes templos de mármol, sus monumentos augustos, sus suntuosos palacios, todo hablaba de la grandeza y de la opulencia del imperio. Había salido de la nada gracias a las proezas militares de sus legiones, y su poder se extendía sobre la faz del mundo.
 
Fue aquél un gran imperio, cuna de muchos grandes hombres. Pero la historia de sus emperadores estaba entretejida con una historia de celos, de odios, de ignorancia, de idolatría y de olas de sangre.
 
Aunque el imperio engendró hombres buenos y justos, no obstante, los monstruos de crueldad que a veces guiaban sus destinos, empañaban su potente esplendor.
 
Este fue el ambiente en que nació Santa Cecilia. llamada "la paloma blanca de Roma".
 
Si no podernos responder de la exactitud de la leyenda de su vida, tul como ha llegado hasta nosotros, por lo menos podemos reconocer detrás de ella los hechos históricos de su heroísmo y de su caridad.
 
Cecilia era una joven buena y encantadora, y dotada de un gran sentido común. Su madre era una cristiana ferviente, pero en cambio su padre no había sido iluminado por la luz de la fe.
 
Debemos recordar que sólo doscientos años antes, Cristo había caminado por la tierra, de modo que su Vida era tan reciente para ella, como podría serio para nosotros la vida de Kennedy o de algún otro personaje de la historia moderna.
 
Sus andanzas de caridad y de consuelo por los barrios más pobres de la Roma imperial se hicieron cada vez más frecuentes. Cecilia era para los desheredados un ángel de bondad, y todos la amaban. Los niños, al verla llegar con los brazos cargados de regalos, corrían a su encuentro, porque era bondadosa y jugaba y reía con ellos.
 
Pero una de sus tareas le resultaba especialmente querida: la de enterrar los despojos de los mártires muertos por su fe. ¡Peligrosa tarea era ésta, y nada sencilla!
 
Muchas veces necesitaba andar de noche para que no la descubrieran cumpliendo esos últimos ritos, prohibidos por el prefecto de Roma. No obstante, llevaba adelante ese deber, y en él encontraba la felicidad."


Por lo anterior se comprenderá quién era Santa Cecilia, la joven pura cuya alma resplandecía en un ambiente de odio y persecución constante.
 
Sus padres pertenecían a una de las más ilustres familias romanas, llamada de los Cecilios, y esto aumenta la sorpresa que causa su vida, humilde como una flor de los campos.
 
Uniendo informaciones diversas de su historia, lejana pero jamás olvidada, y aun los datos que la leyenda ha transmitido a través de los siglos, encontraremos los aspectos principales de la "paloma blanca de Roma", que juntos ofrecen una visión bastante clara, de la santa. 
 
Sin duda, Santa Cecilia fue una de las heroínas del cristianismo más extraordinarias que hayan existido.
 
 
 

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