ORACIÓN DE SANACIÓN AL BUEN JESÚS PARA ALIVIO DE ENFERMOS

Oh mi buen Jesús, mi Maestro amado,

 única y verdadera Luz que ilumina a todo hombre,

Luz que llegó a este mundo para redimirlo,

Tú que has venido de Dios,  el Padre, 

para ser guía, camino y destino, 

y que enseñas las fuentes de la verdad
escucha la plegaria que con tanta humildad

y con tan sumisa voluntad

hoy te dirijo postrado a tus pies.

Inmenso es tu poder e inmensa es tu gloria,

Tú que diste tu vida por mi

y abriste mi corazón a la luz de tu infinito amor,

procúrame la sanación de mi cuerpo.
 

 

Tu que sanaste a los enfermos

por todo lugar que visitaste

hoy desde el Cielo, líbrame de mi enfermedad.

 

Bendice, Señor, a los médicos que me atienden,

y también a las medicinas que me prescriben,

pues con tu bendición, yo seré sanado.

 

Alivia mis dolores y sufrimientos, oh Buen Jesús,

y devuélveme la vida en su plenitud,

pues ahora ya apenas puedo disfrutar de ella.

Dame a conocer la misericordia de Dios
y las inagotables riquezas de tu corazón. 

Descúbreme los tesoros de la vida plena

y haz que con tu mediación, la ciencia sepa curarme
de todos los males que en mi se esconden

mermando mis capacidades día a día.

Haz que tu palabra penetre en mi alma
que guíe cual luz mis pasos,
que ilumine la senda que he de recorrer

hasta que amanezca el día  en se disipen las tinieblas. 

Mírame Señor, pues con una mirada tuya

yo seré sanado y mi vida enriquecida.

Tú,  que vives y reinas por los siglos de los siglos.

Amén.

Jesucristo, Hijo de Dios y Dios mismo hecho hombre, el Mesías prometido por los profetas, y Salvador del mundo, fue concebido por el Espíritu Santo en las purísimas entrañas de la Virgen María.

 

Nació en un establo de Belén, en Judea, el año 15 del reinado de Tiberio, cuatro años antes de nuestra era.

 

Los ángeles anunciaron inmediatamente su nacimiento  los pastores, que fueron a festejarle y presentarle sus rústicos dones; al mismo tiempo apareció un cometa en Oriente, que guió a los tres reyes Magos, Melchor, Gaspar y Baltasar, al sitio donde se hallaba el recién nacido, los cuales le adoraron y ofrecieron ricos presentes de oro, incienso y mirra.
 

 

A los ocho días de su nacimiento fue circuncidado, y a los cuarenta le presentó su santísima madre en el templo.

 

Alarmado Herodes por el nacimiento del nuevo rey de los judíos, creyendo que el reinado de Jesucristo seria temporal y podría destronarle, trató de matarle; y no pudiendo hallarle, hizo degollar a todos los niños de las cercanías de Belén que no pasasen de dos años; pero advertido San José por un ángel, se trasladó con su familia a Egipto, donde permanecieron hasta la muerte de Herodes.

 

Habiéndose extraviado Jesús de sus padres a la edad de doce años, le hallaron a los tres días en el templo de Jerusalén disputando con los doctores.

 

Fue bautizado Jesucristo en el rio Jordán por su primo y precursor San Juan, llamado el Bautista. Después se retiró al Desierto, donde permaneció cuarenta días en un continuo ayuno, al cabo de los cuales comenzó la predicación del Evangelio, en compañía de los apóstoles por toda Judea, haciendo muchos y grandes milagros, y atrayendo a su doctrina infinidad de gentes, por lo cual iban quedando casi desiertos los templos de los ídolos.

 

Esta fue la causa del odio y persecución que sufrió por los sacerdotes de los falsos dioses, que veían disminuir su autoridad, y seduciendo al pueblo consiguieron hacer sufrir a Jesucristo  la pasión y muerte como se expresa en los días de la Semana Santa, con lo cual se cumplieron las profecías. 

 Jesucristo expiró en la tarde del viernes 3 de abril del año 33 de su edad.

Resucitó al tercer día de su muerte, y cuarenta días después hizo su gloriosa ascensión a los cielos en presencia de sus discípulos.