ORACIÓN A LA INMACULADA CONCEPCIÓN PARA PEDIR UN FAVOR


Qué hermosa, qué agraciada y qué bellísima es la Inmaculada! ¡Quam pulchra est!
 
Su sola imagen, aunque sea trazada por el tosco pincel del hombre, y vista a través de las humanas impurezas, basta para arrebatar el corazón.
 
Su rostro soberano, que refleja como limpio espejo su luz increada; su frente serena, trono y asiento de la pureza misma; sus ojos purísimos, que se elevan dulces y suplicantes, como pidiendo al cielo bendiciones para la tierra; su rubia cabellera, que en graciosas ondulaciones desciende sobre sus hombros; sus manos cruzadas sobre el casto pecho en actitud arrobadora; el manto azul, cayendo en elegantes pliegues sobre la blanca túnica; las estrellas que coronan su cabeza, la luna que calza sus pies, el dragón infernal aplastado bajo su planta victoriosa. Todo ese conjunto maravilloso habla muy alto al corazón del hombre en pro de la omnipotencia, de la sabiduría y de la bondad divina.


ORACIÓN A MARÍA INMACULADA
 
Dios te salve, María, llena de gracia
y bendita más que todas las mujeres,
Virgen singular, Virgen soberana y perfecta,
elegida por Madre de Dios y preservada por ello
de toda culpa desde el primer instante de tu Concepción:
así como por Eva nos vino la muerte,

así nos viene la vida por ti,
que por la gracia de Dios has sido elegida
para ser Madre del nuevo pueblo
que Jesucristo ha formado con su sangre.

A ti, purísima Madre,
restauradora del caído linaje de Adán y Eva,
venimos confiados y suplicantes,
para rogarte que nos concedas la gracia
de ser verdaderos hijos tuyos y de tu Hijo Jesucristo,
libres de toda mancha de pecado.

Acordaos, Virgen Santísima,
que habéis sido hecha Madre de Dios,
no sólo para vuestra dignidad y gloría,
sino también para salvación nuestra
y provecho de todo el género humano.
 
Acordaos que jamás se ha oído decir
que uno solo de cuantos han acudido
a vuestra protección e implorado vuestro socorro,
haya sido desamparado.
 
No me dejéis, pues, a mi tampoco,
porque si me dejáis me perderé;
que yo tampoco quiero dejaros a vos,
antes bien, cada día quiero crecer más
en vuestra verdadera devoción.

Y alcanzadme principalmente estas tres gracias:
la primera, no cometer jamás pecado mortal;
la segunda, un grande aprecio de la virtud cristiana,
 y la tercera, una buena muerte.
 
Además, dadme la gracia particular
que os pido:
(hacer aquí la petición que se desea obtener).
 
Amén


La Inmaculada tiene una significación mística que embelesa.

Tiene una significación moral que encanta.

Tiene una significación dogmática, que con su grandeza abruma.

El día 8 de Diciembre es muy querido por cada corazón católico, por que en él celebramos, en primer lugar, el momento en que Dios Todopoderoso mostró a María, a través de la distancia, a nuestros primeros padres como la Virgen Madre del divino Redentor, la mujer destinada a aplastar la cabeza de la serpiente.

Y como por decreto eterno ella fue milagrosamente exenta de toda mancha del pecado original, y dotada con los tesoros más ricos de la gracia y la santidad, es necesario que honremos sus gloriosas prerrogativas con la fiesta especial de la Inmaculada Concepción. 

Debemos unirnos espiritualmente con los bendecidos en el cielo y alegrarnos con nuestra querida Madre, no solo por su propio bien, sino por los nuestros, sus hijos, "que son partícipes de su gloria y felicidad".

En segundo lugar, estamos llamados a celebrar ese día memorable, el 8 de diciembre de 1854, que elevó la Inmaculada Concepción de Nuestra Santísima Señora de una creencia piadosa a la dignidad de un dogma de la Iglesia infalible, causando un gozo universal entre los fieles.




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