EL ÁNGEL QUE EVITA QUE NOS QUEMEMOS CON EL FUEGO DE NUESTRAS FURIAS Y PASIONES


En el libro de Daniel se narra la historia sobre tres jóvenes en una hoguera. Tres jóvenes judíos se niegan a adorar a una estatua de oro que el rey Nabucodonosor mandó construir. Entonces, son atrapados, encadenados y llevados a la hoguera. El fuego cubre a los otros pero estos tres jóvenes permanecen intactos. El Ángel del Señor estaba con ellos y el fuego parecía que no los tocaba, no los quemaba ni molestaba. 

El fuego tiene diferentes significados. Es al mismo tiempo purificador y mortal. Puede destruirlo todo. Pero también alguien puede nacer nuevamente del fuego y en un escalón más alto. Se cuenta, Por ejemplo, del ave fénix, que ésta se quema cada quinientos años para renacer de las cenizas. El ave fénix es considerado como un símbolo de la resurrección de Cristo. 

El fuego puede ser también símbolo de la sexualidad, de la pasión y el amor. Siempre es muy valioso y viene del cielo. Prometeo se lo robó a los dioses y se lo regaló al hombre. Pero el fuego puede ser también símbolo del mal y de lo diabólico. Puede destruir y arrasar con todo como lo ha hecho con ciudades enteras. En el infierno arde constantemente el fuego y provoca el dolor eterno. El fuego se convierte así en la imagen de torturas y sufrimientos. Las heridas pueden arder como el fuego. 

El rey envía a los jóvenes a la hoguera para quemarlos. Aquí resulta el fuego peligroso. Cuando de la misma manera arde en un joven el fuego de las pasiones y de la sexualidad, también puede convertirse en algo peligroso para él. Puede quemarse en el fuego de sus pasiones. Ya no puede pensar claramente, sus emociones son como llamas que lo envuelven. Estas experiencias son muy comunes para jóvenes en la pubertad cuando viven sus primeros amores. 

El fuego simboliza además en esta historia las agresiones del rey. De él se nos dice: 

"Su cara se retorcía de furia... y dio la orden de que se encendiese el homo siete veces más de lo corriente."(Dan 3,19) 

Los jóvenes son expuestos al fuego del odio del rey provocado por la negación a su adoración. Un amor no correspondido o la falta de adulación hacia alguien pueden provocar en una persona poderosa un odio que quema. 

El mensaje que nos quiere dejar el profeta Daniel es que los jóvenes no se encuentran solos en el fuego, no son dejados indefensos frente al odio de un rey, sino que un Ángel los acompaña y los protege de las llamas. Quien se encuentra expuesto al odio de alguien necesita de un Ángel que evite que la furia de esta persona lo alcance. De la misma manera, aquel que se enfrenta con el fuego de sus pasiones necesita de un acompañante sensible que no le tema al fuego de las pasiones y de la sexualidad. Un buen acompañante sólo observa sin criticar esta creciente sexualidad en los jóvenes. No debe amenazarlos con el fuego sino que debe comprenderlos y guiarlos en ese camino que comienzan a andar. Entiende que en ellos arde un fuego incontrolable y les muestra maneras para convivir con él sin quemarse. 

Pero el Ángel no sólo se encuentra en las personas que nos acompañan. Cada hombre tiene su propio Ángel. Es algo en su interior que lo guía por el fuego de sus pasiones, que lo protege de las llamas de su fuego interno. Cada uno tiene un lugar en su interior desde el cual puede ver el fuego sin quemarse. Podríamos llamarlo la conciencia, desde donde podemos juzgar lo que nos pasa o bien el ser interior, la imagen de Dios en nosotros, que puede percibir lo que pasa en nuestra mente sin ser determinada por ellos. 

La historia nos dice que es un Ángel quien nos acompaña cuando terminamos en la hoguera de nuestras emociones. El Ángel convierte las llamas en un viento fresco que no lastima. Aun en el medio del fuego, existe un lugar que se encuentra protegido. Es el lugar interior del silencio, donde se aloja nuestro Ángel y vive el propio Dios. 

No son sólo los jóvenes los que quedan expuestos al fuego. Muchos adultos experimentan a menudo estas situaciones. Aun cuando crean ya haber logrado integrar su sexualidad, puede aparecer nuevamente el fuego en su interior y corren peligro que quemarse como de jóvenes. Puede pasar, por ejemplo, que un hombre ya maduro se enamore perdidamente de una mujer mucho más joven que él y entonces se desconozca y no encuentre otra salida da que el suicidio. Pero un Ángel lo protege de esas ideas, se interna en el fuego y lo convierte en frescura. 

También puede ocurrir que una mujer casada se enamore de un joven aprovechador y vividor y cegada por su amor lo abandone todo: su vida, su marido, su familia, por alguien que en realidad sólo la usa. Pero el fuego se ha apoderado tanto de su vida que ya no puede ver más claramente. Su marido y amigos no logran comprender qué le ha sucedido. Parece que no ha habido ningún Ángel acompañándola, lo único que se puede esperar es que su Ángel aparezca en algún momento y logre apagar el fuego para que pueda volver a pensar claramente y vivir su vida como antes. 

El Ángel de nuestra historia no salva a los tres jóvenes de ser enviados a la hoguera, sino de ser quemados en ella. Por eso nunca, aun en situaciones como la mencionada que no parecen tener solución, no debemos perder las esperanzas de que aparezca en medio del fuego un Ángel que convierta a las llamas en viento fresco y permita salir a las víctimas de sus pasiones de este círculo vicioso. 

La hoguera de esta historia representa muchas situaciones de nuestra vida. Por ejemplo se incendia una casa y un valiente bombero arriesga su vida para salvar a un niño o a un anciano atrapado en las llamas. O bien en una empresa un trabajador queda expuesto al fuego ardiente de las críticas generalizadas. Todos lo abandonan, pero un solo colega lo apoya e impide que el fuego lo queme. 

También existen los incendios terribles provocados por odios colectivos entre pueblos enfrentados como sucedió por ejemplo en Ruanda y Burundi o Yugoslavia. A menudo tan sólo observamos de afuera cómo los hombres se queman en su propio fuego de odio y venganza. Pero por suerte existen también siempre Ángeles que se internan en el fuego e intentan calmar con su amor las pasiones descontroladas. 

También existen personas que no se dejan contagiar con el fuego del odio porque un Ángel se encuentra en su interior para protegerlos de estos peligros. Este Ángel los llena de amor y comprensión y crea de esta manera en medio del fuego un lugar que las llamas no alcanzan. Allí pierde el fuego su poder y es exterminado lentamente por la fuerza del corazón.



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