EL ÁNGEL QUE NOS CONDUCE AL CIELO


En todos los pueblos existe la figura del Ángel de la muerte que nos guía a través de los portales de la muerte. 

Investigadores de la muerte como Raimond Moody o Elisabeth Kübler-Ross hablan de seres luminosos que se presentan en la muerte y nos acompañan. Hablan de Ángeles que nos acompañan en el proceso de la muerte y que nos reciben en la vida del más allá. 

En la historia bíblica del hombre rico y el pobre Lázaro, que se encontraba tirado enfermo delante de la puerta del Reino, aparece la figura del Ángel de la muerte: "Cuando el pobre finalmente murió, fue llevado por el Ángel al regazo de Abraham" (Lc. 16, 22). 

Existe una creencia muy difundida acerca de que son los Ángeles quienes nos llevan al cielo. Cuando llevamos se lleva en el convento el ataúd de algún hermano muerto al cementerio siempre cantamos todos juntos: in paradisum deducant te angeli (que los Ángeles te lleven hasta el paraíso). Allí lo deben buscar y llevar a la ciudad de Jerusalén. Por último dice la canción: Chorus angelorum te suscipiat, et cum Lázaro quondam paupere aeternam habeos réquiem (que el coro de Ángeles te lleve y que tengas paz y tranquilidad para siempre con el pequeño Lázaro). Esto se relaciona con la historia del pequeño Lázaro. 

Los Ángeles nos llevarán igual que a Lázaro al cielo. Lázaro significa: "Dios ayuda". 

No nos encontramos en la muerte sin ninguna ayuda. Dios envía a su Ángel para que nos ayude en la muerte. Los Ángeles nos llevarán a la ciudad sagrada, al cielo, donde se encuentra Dios y sus Ángeles. Allí se alegrará el coro de Ángeles por nuestra llegada y cantará una canción de agradecimiento. 

Hay un cuadro muy bonito de un pintor del año 1200 en el cual se ve a los Ángeles Rafael y Gabriel transportando a un alma al cielo. Esto constituye un consuelo para personas enfermas a punto de morirse. No caerán en la oscuridad de la muerte, sino que serán transportados hasta el regazo de Dios por sus Ángeles. 

En la misa por los muertos se canta a Miguel como el Ángel que nos llevará a la luz eterna. Según esta oración, Dios protegerá a los fieles muertos de las torturas del infierno. La liturgia conoce, entonces, también esta imagen de los Ángeles como quienes nos llevan al cielo. 

Justamente el gran Miguel, el Ángel luchador de Dios, también luchará por nosotros para que lleguemos seguros a la luz sagrada de Dios, en la cual nosotros mismos nos convertiremos en luz. Esta es una imagen consoladora, que un Ángel no sólo nos acompañe y proteja durante nuestra vida, que nos dé valor para levantamos y vivir plenamente y que cure nuestras heridas, sino que además no nos abandone en la muerte. Nos lleva a la muerte, tan temida desde siempre en todas las culturas, protegiéndonos. Allí nuestro Ángel ha cumplido su función. Tampoco nos abandona en nuestra lucha con la muerte. 

Por la presencia de los Ángeles le perdemos el miedo a la muerte. Cuando nos sentimos solos y abandonados, siempre percibimos la presencia protectora del Ángel. No debemos franquear la puerta de la muerte sola, sino que siempre estaremos en compañía de nuestro Ángel protector. 

Los niños comprenden esto sin inconvenientes, ellos viven en un mundo de Ángeles y están convencidos de que un Ángel los acompañará a la muerte. La muerte se relaciona con el nacimiento, con el seno materno. Allí sentiremos para siempre esa protección que buscamos en la vida sin conseguirla del todo jamás. En la muerte descansaremos siempre sobre el regazo de Dios y sentiremos una alegría constante por el amor de Dios.


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