SAN SEBASTIÁN. GOZOS PARA PEDIR SU INTERVENCIÓN


GOZOS A SAN SEBASTIÁN

Pues la Iglesia os ha nombrado
Contra la peste Patrón:
Sed con vuestra intercesión,
Sebastián, nuestro abogado.

Narbona os dio en vuestro padre
Su más ilustre nobleza;
Gallardía y gentileza
Milán os dio en vuestra madre,
Y fue en vos timbre heredado
De la fe el noble blasón

Sed con vuestra intercesión, 
Sebastián, nuestro abogado.

Cuando de otros la codicia
A excesos mil se abalanza,
Vos aspiráis a una lanza
Del Imperio en la milicia,
De Capitán con el grado
Comandáis una Legión.

Sed con vuestra intercesión, 
Sebastián, nuestro abogado.

De vuestro escuadrón al frente
Para hacer de vos ensayo
Os dejáis ver como un rayo
Intrépido, vivo, ardiente:
Sois de todos respetado
Como el más fuerte campeón.

Sed con vuestra intercesión, 
Sebastián, nuestro abogado.

Vio a sus banderas triunfar
Roma con ventajas sumas,
Porque a sus águilas plumas
Disteis vos para volar:
Todo enemigo postrado
Se os rindió a discreción.

Sed con vuestra intercesión, 
Sebastián, nuestro abogado.

De vuestros hechos la historia
Para blasón militar
En vuestro escudo grabar
Pudo muy bien la victoria.
Ya que siempre denodado
Vencisteis en toda acción.

Sed con vuestra intercesión, 
Sebastián, nuestro abogado.

Halló el Imperio trocada
Su suerte desde que vos
A los Reales de Dios
Hicisteis la retirada,
Porque fuisteis dominado
De otra más noble ambición.

Sed con vuestra intercesión, 
Sebastián, nuestro abogado.

Con rabia la idolatría
Os vio pisar sus laureles,
Y de la legión de infieles
Pasar a otra compañía,
En que la Iglesia os ha dado
De su milicia el pendón.

Sed con vuestra intercesión, 
Sebastián, nuestro abogado.

Vuestra belleza fomenta
Con luz prodigiosa el Cielo,
Cuando vuestro ardiente celo
A los mártires alienta:
Nadie gime atribulado
A quien no deis protección.

Sed con vuestra intercesión, 
Sebastián, nuestro abogado.

La superstición hollada
Bajo vuestros pies gimió,
Y bien a su pesar vio
La fe de Cristo exaltada:
Los que por vos se han salvado
Casi innumerables son.

Sed con vuestra intercesión, 
Sebastián, nuestro abogado.

A vos os deben su gloria
Marco y Marceliano hermanos,
Pues pusisteis en sus manos
La palma de la victoria:
Cristo de ángeles rodeado
Os premió tan noble acción.

Sed con vuestra intercesión, 
Sebastián, nuestro abogado.

Con furiosa y cruel saña
Manda Diocleciano airado
Que muráis asaeteado
n medio de la campaña;
Mas por muerto abandonado,
Vivís para más pasión.

Sed con vuestra intercesión, 
Sebastián, nuestro abogado.

Después con mayor ahínco
Os presentáis al tirano,
Quien en su furor insano
Manda llevaros al circo,
Y luego allí apaleado,
Voláis a eterna Sión.

Sed con vuestra intercesión, 
Sebastián, nuestro abogado.

Cuantos en la enfermedad
De la peste os invocaron
En vos remedio encontraron
Contra tal calamidad;
Por eso sois aclamado
Contra ella por Patrón.

Sed con vuestra intercesión, 
Sebastián, nuestro abogado.

No sólo en la peste el Cielo
A vuestros ruegos atiende;
Por ellos de allí desciende.
En toda aflicción consuelo:
Díganlo los que han probado
Vuestra eficaz protección.

Sed con vuestra intercesión, 
Sebastián, nuestro abogado.

Pues la Iglesia os ha nombrado
Contra la peste Patrón:
Sed con vuestra intercesión,
Sebastián, nuestro abogado.

Antífona: 

Este Santo, por la ley de su Dios luchó hasta la muerte, 
y no temió a la palabra de los impíos: 
porque fundado estaba sobre firme piedra.

℣. Ruega por nosotros, bienaventurado San Sebastián.

℟. Para que seamos dignos de las promesas de Cristo.



0 comentarios:

Publicar un comentario

SÍGUEME EN FACEBOOK