SAN SEBASTIÁN. NOVENA PARA ALCANZAR UN MILAGROSO FAVOR DEL SANTO


ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS

Santísimo mártir de Cristo, San Sebastián, defensor de la Fe, honor y gloria de la Iglesia católica; vos que fuisteis uno de los más distinguidos capitanes del Imperio romano, y de los más intrépidos soldados de la milicia de Dios; héroe insigne, con cuyas virtudes adornó el Cielo a la religión que profesamos; confiados en vuestra intercesión poderosísima para con el dador de todo bien, y seguros de la presteza con que acudís a favorecer a los que os invocan en sus necesidades de alma y cuerpo, nos postramos hoy ante vuestra presencia, y de lo íntimo de nuestros corazones os suplicamos elevéis nuestras peticiones al trono del Eterno, haciendo que por vuestros méritos sean bien despachadas. Rogad, al Señor en nuestro nombre que envíe la salud a los enfermos, el socorro a los menesterosos, el consuelo a los afligidos, y llene de un gran pavor a cuantos se hallan en pecado mortal para que se conviertan y confiesen sus culpas. Por último, pedidle, santo gloriosísimo, que nos otorgue a todos la gracia de perseverar constantemente en la observancia de su santísima ley hasta el fin de nuestra vida para merecer así cantar con vos sus alabanzas en el Cielo. 
Amén.

DÍA PRIMERO. ORACIÓN PARA ESTE DÍA

Gloriosísimo mártir San Sebastián, a quien destinó el Cielo para defensor de la Iglesia en las más crueles persecuciones con que fue afligida, y para ejemplo de fortaleza a los fieles de todos los siglos; ni la nobleza de vuestro nacimiento, ni la rara belleza de que os dotó el Señor, ni las distinciones y preeminencias que en la profesión de las armas os conquistó vuestro heroico valor, fueron bastantes para entibiar en vos el aprecio que siempre hicisteis de la religión del Crucificado, y pues que nosotros hemos sido fortalecidos en ella con tan excelentes ejemplos vuestros, os damos por ello las más cordiales gracias, y os felicitamos como a héroe dignísimo de aquella misma religión sacrosanta, gloria de la Iglesia universal y honor del pueblo cristiano, que hoy se postra en vuestra presencia y os dirige sus votos y plegarias para que las elevéis al trono del Señor. Dignaos, pues, alcanzarnos de su Divina Majestad un ferviente amor y una adhesión constante a esta santísima Religión cristiana en que tuvimos la dicha de nacer, y por cuya defensa os visteis vos amarrado a un leño y traspasado de saetas vuestro cuerpo. Conseguidnos también la gracia especial que por vuestra intercesión le pedimos en esta Novena, si es para gloria suya, honra vuestra y bien de nuestras almas. 
Amén.

Aquí se rezará tres veces el Padre nuestro, Ave María y Gloria, y se pedirá al Santo la gracia que se desee alcanzar por su intercesión.

ORACIÓN FINAL PARA TODOS LOS DÍAS

Oh Dios, que por los méritos de tu Beatísimo y Gloriosísimo mártir San Sebastián revocaste entre los hombres la peste mortífera: concédenos propicio, a cuantos recordamos su memoria, seamos libres de toda peste, tribulación y muerte súbita. Por Jesucristo Nuestro Señor. 
Amén.

En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.

DÍA SEGUNDO. ORACIÓN PARA ESTE DÍA 

Celosísimo mártir San Sebastián, que en medio de la disipación a que es tan propensa la milicia terrena fomentasteis en nuestro pecho un ardentísimo deseo de aumentar el número de los verdaderos creyentes, y que inspirado de lo alto ocultasteis por algún tiempo a los tiranos la Fe santísima que interiormente profesabais para poder así animar a los Confesores de Cristo en los tormentos que por la misma Fe padecían; vos que fuisteis el primero a quien el Vicario de Dios en la tierra honró con el gloriosísimo dictado de defensor de la Iglesia; infundid en nuestros corazones aquel generoso afán de dilatar el reino del Señor entre los hombres, en que se abrasó tan constantemente el vuestro. Haced que triunfe hoy la Esposa del Cordero de los cismáticos que la perturban; de los in fieles que no la conocen, y de los malos católicos que la deshonran con su mala vida. Mirad también con ojos benignos a cuantos congregados hay ante vuestra imagen veneranda os envían sus ruegos desde este santo templo, en el cual habéis mostrado tantas veces el poder de vuestro patrocinio, y logradnos con vuestra intercesión la gracia especial que os pedimos por medio de esta Novena, si es para mayor gloria de Dios, honra vuestra y bien de nuestras almas. 
Amén.

Aquí se rezará tres veces el Padre nuestro, Ave María y Gloria y se pedirá al Santo la gracia que se desee alcanzar por su intercesión.

DÍA TERCERO. ORACIÓN PARA ESTE DÍA 

Fortísimo atleta San Sebastián, que con un valor superior a todo encarecimiento hicisteis pública confesión de vuestra Fe en presencia de Diocleciano, despreciando heroicamente las honras y dignidades que él os ofrecía a cambio de que abandonaseis vuestras creencias; por aquella invencible fortaleza que asombró al pérfido Emperador y a toda su corte, y por aquellas profundas heridas que en vuestro cuerpo abrieron las agudas saetas clavadas en él de orden del tirano por vuestros mismos soldados; encarecidamente os rogamos nos fortifiquéis en la fe hiriendo nuestros corazones con los dardos del divino fuego en que se abrasó el vuestro, para que así se consuma la vil cobardía con que nos dejamos seducir de los halagos del mundo, de las sugestiones del demonio y de los corrompidos deseos de la carne. Alcanzadnos del Señor este favor inestimable, valerosísimo soldado de los ejércitos de Dios; dirigidnos en estas batallas espirituales como jefe experimentado y aguerrido, para que conozcan nuestros enemigos que veláis en nuestra defensa, y conseguidnos también la gracia particular que en esta Novena os pedimos, si así conviene a la mayor gloria de Dios, honra vuestra y bien de nuestras almas. 
Amén.

Aquí se rezará tres veces el Padre nuestro, Ave María y Gloria  y se pedirá al Santo la gracia que se desee alcanzar por su intercesión.

DÍA CUARTO. ORACIÓN PARA ESTE DÍA 

Esclarecido mártir San Sebastián, que ascendido a la suprema jerarquía de la milicia terrena, sacrificasteis a la mayor gloria de Dios el honor y las comodidades que ella os proporcionaba, renunciando gustoso hasta a las esperanzas con que el mundo os lisonjeaba para lo porvenir, y publicando en vuestro martirio que os era más amable la desnudez que el brillante uniforme de vuestra dignidad militar, más honrosas las saetas que las condecoraciones que os conquistó vuestro valor, y éste mejor empleado cuando os dejabais amarrar a un leño por vuestros propios soldados, que cuando al frente de ellos arrollabais heroicamente a los enemigos del Imperio; por esa misma desnudez, por esas saetas, por ese leño y por los demás instrumentos de vuestro martirio, que profundamente veneramos, os suplicamos. Protector nuestro muy amado, nos hagáis participantes de vuestro desprendimiento, de vuestra abnegación, y del desprecio con que mirasteis todas las cosas de la tierra, para que asemejándonos a vos, que tan perfectamente os asemejasteis a Jesús, vea el mundo en nuestro proceder el cumplimiento de la solemne renuncia que de sus pompas y vanidades hicimos en el bautismo, y logremos por vuestra intercesión la recompensa que vos lograsteis, y como prenda de ella el favor que os pedimos en esta Novena, si fuese del agrado del Señor, y para mayor gloria suya, honra vuestra y bien de nuestras almas. 
Amén.

Aquí se rezará tres veces el Padre nuestro, Ave María y Gloria y se pedirá al Santo la gracia que se desee alcanzar por su intercesión.

DÍA QUINTO. ORACIÓN PARA ESTE DÍA 

Generosísimo mártir San Sebastián, que haciéndoos todo para todos a fin de ganarlos a todos para Jesucristo, os multiplicasteis en todas partes sin exceptuar las cárceles y calabozos en que eran detenidos vuestros hermanos en la fe, haciendo apacibles con vuestra presencia aquellos lugares de horror, y templando con la dulzura de vuestra voz el lúgubre sonido de las cadenas que oprimían a los que estaban destinados al martirio: vos, que con la solidez y energía de vuestros razonamientos confirmasteis en sus creencias a aquellos nobilísimos hermanos llamados Marco y Marceliano, cuando movidos de los ruegos de sus padres, esposas y demás parientes, estaban a punto de apostatar de ellas logrando además convertir al Señor y trasformar en mártires de su Fe a los mismos que poco antes les inducían a la apostasía; por estos triunfos vuestros tan notables, y por la caridad con que disteis en tantas ocasiones consuelo a los afligidos, socorro a los menesterosos, salud a los enfermos y habla a los mudos, os suplicamos de lo íntimo de nuestras almas nos alcancéis del Señor el don inestimable de la perseverancia en la fe, no menos que el de la caridad cristiana, con la cual obremos con nuestros hermanos necesitados de la misma manera que vos obrasteis, así bien que lo que os pedimos en esta Novena, si es para mayor gloria de Dios, honra vuestra y bien de nuestras almas. 
Amén.

Aquí se rezará tres veces el Padre nuestro, Ave María y Gloria y se pedirá al Santo la gracia que se desee alcanzar por su intercesión.

DÍA SEXTO. ORACIÓN PARA ESTE DÍA 

Fervorosísimo mártir, San Sebastián, cuya acendrada caridad para con vuestros prójimos nació del amor divino en que ardisteis en la tierra, cual si ya moraseis en la región de los encendidos Serafines, sin que hubiese cosa alguna capaz de separaros de Dios, a quien dirigíais constantemente vuestros pensamientos, con cuyo santísimo Nombre santificabais vuestras palabras y cuya mayor gloria buscabais en todas vuestras obras; por este amor tan tierno y tan constante que profesasteis al Señor durante vuestra vida, y por el más grande y más perfecto que ahora le profesáis en el Cielo, os rogamos, Protector nuestro amabilísimo, nos comuniquéis un rayo de ese divino incendio en que vos ardéis, a fin de que se consuma el hielo de nuestros pechos y triunfemos de nuestras pasiones, especialmente de la concupiscencia de la carne que a tantos ciega desgraciadamente hasta precipitarlos en el abismo. Oíd, pues, nuestros ruegos, y alcanzadnos del Señor esta gracia y la que os pedimos en esta Novena, si es para mayor gloria suya, honra vuestra y bien de nuestras almas. 
Amén.

Aquí se rezará tres veces el Padre nuestro, Ave María y Gloria y se pedirá al Santo la gracia que se desee alcanzar por su intercesión.


DÍA SÉPTIMO. ORACIÓN PARA ESTE DÍA 

Gloriosísimo mártir San Sebastián, cuyo celo por la fe de Jesucristo premió este Señor rodeándoos de prodigiosa luz cuando estabais confortando a los que en aquella vacilaban, y apareciéndose personalmente en el momento en que esto sucedía acompañado de siete ángeles hermosísimos para daros un ósculo de paz y prometeros su asistencia en tan nobles empresas por el gozo que experimentasteis al veros abrazado del divino Salvador, y por la suavidad que sentisteis al contacto de su santísima boca, os pedimos encarecidamente nos alcancéis de Él una gracia especial que purifique nuestros labios y modere nuestra lengua, desterrando de ella los abominables vicios de la murmuración y blasfemia, y haciendo que todas nuestras palabras sean santas y nuestras conversaciones conformes en un todo con su santísima ley, como lo fueron las vuestras. Hacedlo así, Protector nuestro muy amado, para que en recompensa de este favor tan singular publiquemos algún día en el Cielo que vos fuisteis nuestro medianero para conseguirlo, nuestro protector y nuestro guía para arribar a aquella patria felicísima. Así deseamos agradeceros tan inestimable beneficio, no menos que el favor particular que os pedimos por esta Novena, si es para mayor gloria de Dios, honra vuestra y bien de nuestras almas. 
Amén.

Aquí se rezará tres veces el Padre nuestro, Ave María y Gloria y se pedirá al Santo la gracia que se desee alcanzar por su intercesión.

DÍA OCTAVO. ORACIÓN PARA ESTE DÍA 

Esforzadísimo soldado de Cristo, San Sebastián, cuyo valor para el combate se aumentó prodigiosamente con el tormento de las saetas que os clavaron vuestros propios subordinados en aquel mismo campo en que vos los habíais adiestrado en el manejo de las armas para la defensa del Imperio, del cual fuisteis la mayor gloria y ornamento: Mártir insigne, que apenas restablecido de vuestras heridas, ardiendo en deseos de librar vuestra última batalla en favor de la fe, decidisteis presentarla directamente al cruel Diocleciano, que os contaba ya muerto, sin que ni las instancias ni las lágrimas de los fíeles os hiciesen cejar en tan heroica resolución; vos, que estimasteis más que todas las grandezas humanas la ignominia con que de orden del indigno Emperador fuisteis arrastrado al circo para ser allí apaleado hasta que exhalaseis el último aliento; por los horribles tormentos que padecisteis, primero amarrado a un leño, y cubierto de saetas vuestro cuerpo, y después despedazado con la violencia de los palos que sobre el mismo descargaron los verdugos; por la sangre que en tanta abundancia derramasteis y por la muerte dolorosa que sufristeis, os rogamos nos confortéis en los padecimientos que el Señor quiera enviarnos en esta vida, y muy principalmente en la hora de nuestra muerte. Entonces, sobre todo, estad a nuestro lado, Mártir nuestro amantísimo, a fin de que ayudándonos a vencer las últimas acometidas del enemigo de nuestra salvación, logremos con vuestro apoyo una muerte preciosa a los ojos del Señor; y ahora conseguidnos de su bondad infinita el favor que en esta Novena os pedimos, si conviene para mayor gloria de Dios, honra vuestra y bien de nuestras almas. 
Amén.

Aquí se rezará tres veces el Padre nuestro, Ave María y Gloria y se pedirá al Santo la gracia que se desee alcanzar por su intercesión.

DÍA NOVENO. ORACIÓN PARA ESTE DÍA 

Constantísimo mártir San Sebastián, que ejercitándoos sin cesar hasta vuestra muerte en la práctica de las virtudes cristianas, alcanzasteis en grado heroico la de la esperanza, que es el gran lenitivo de los padecimientos de cuantos viven atribulados en este valle de lágrimas y de quebranto; ya que ni las atribulaciones, ni las angustias, ni las persecuciones, ni la desnudez, ni los tormentos, ni la misma dolorosa muerte que sufristeis, fueron bastantes a debilitar por un sólo instante la convicción íntima que tuvisteis siempre en vuestra alma de que, según la promesa de Dios, no se perdería ni un sólo cabello de vuestra cabeza, ni la más pequeña gota Je la sangre que derramasteis en tanta abundancia; sino que vuestro cuerpo despedazado recobraría alguna vez para siempre su antigua entereza y hermosura por medio de una gloriosa resurrección; por esta esperanza que endulzó vuestro martirio, y por el honor que ese mismo cuerpo recibió siendo sepultado junto a los de los Apóstoles San Pedro y San Pablo, os rogamos renovéis en nosotros aquella virtud maravillosa, y nos estimuléis a vivir siempre de tal modo, que muriendo santamente, salgamos algún día triunfantes de nuestros sepulcros para recibir los dotes gloriosos que han de adornar a los cuerpos de los justos. Así lo esperamos de vuestro patrocinio, y también la gracia que os hemos pedido en esta Novena, y que hoy os suplicamos con mayor empeño, si es para mayor gloria de Dios, honra vuestra y bien de nuestras almas. 
Amén.

Aquí se rezará tres veces el Padre nuestro, Ave María y Gloria y se pedirá al Santo la gracia que se desee alcanzar por su intercesión.

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