EL ÁNGEL QUE NOS SALVA DE LAS AGRESIONES


Acusan a Daniel de haber violado la ley al rezarle a su Dios vez de a su rey. El rey de Persia es el único que lo protege. Todos los otros reyes envidian a Daniel (Dan 6,4). 

Darío, el rey de Persia, debe moverse constantemente entre su amistad para con Daniel y el cumplimiento de sus propias leyes. Quiere salvar a Daniel, pero los otros le recuerdan la ley de los persas y medos. Entonces, no puede seguír resistiendo y debe dejar enviar a Daniel a la cueva de leones pero no sin antes desearle a su amigo que su Dios lo salve de las fieras. 

Preocupado, Darío, no puede dormir en toda la noche y se dirige temprano por la mañana a la cueva de los leones; y llama a su amigo. Daniel le contesta: 

"Dios me ha enviado a su Ángel y ha calmado a los leones. No han me han lastimado, ya que para sus ojos yo soy inocente igual que lo soy para ti" (Dan 6, 23). 

El león es el rey entre los animales. Simboliza la imagen del poder y la justicia y se encuentra a menudo representado al lado del trono de dioses y señores. El león puede ser también considerado como la imagen de Cristo, quien es denominado "León de Judá", pero también puede ser la imagen del diablo y representar poderes amenazadores y castigos. Es además el representante de agresiones en controlables y salvajismos. 

El hecho de que Daniel tenga que pasar la noche encerrado con los leones puede significar que se enfrenta con sus propias agresiones e impulsos asesinos. Las agresiones pueden ser una fuerza positiva que pretenden determinar la relación entre distancia y cercanía. Nos alientan a distanciarnos de los otros y a enfrentarnos a las heridas que estos nos provocan. Pero también aparecen agresiones que destruyen nuestro propio ser. 

Una mujer relataba una vez que sentía tanto odio por su esposo alcohólico que llegó a pensar en matarlo. Luego no podía creer cómo fue capaz de experimentar este grado de agresividad. O bien puede pasar que un hombre enloquezca y se enfurezca contra un colega que ha intrigado en su contra en el trabajo. Estas agresiones tan sólo nacen en su interior de manera incontrolable. 

Cuando los niños son agresivos, los adultos suelen castigarlos con violencia. Esto lleva a que repriman sus energías agresivas y que se adecúen siempre a lo que se les impone. Pero luego dirigen sus agresiones contra ellos mismos y se vuelven depresivos y débiles. Necesitan de toda su energía para contener su potencial de agresividad controlado. Otros pequeños parecen estar indefensos frente a su propia agresividad. Se arrojan al suelo y gritan hasta ponerse rojos de furia. Cuanto más temerosos observen los padres estos ataques, tanto más agresivos se pondrán sus hijos. Se requiere del Ángel que enfrente las agresiones del niño y logre protegerlo de los peligros que le puedan ocasionar. 

Para poder transformar esta carga de agresividad en energía positiva se necesita, además de la confianza de los padres, que estos logren lidiar con las agresiones de sus hijos sin miedos. Dios envía a su Ángel a la cueva de los leones que les impide a estos abrir su boca. De la misma manera, cuando nuestro Ángel nos acompaña, logramos distanciarnos de nuestras agresiones que ya no constituyen bocas feroces que nos muerden y lastiman. Su boca se cierra, ya no se aferran más a nuestra conciencia. Convivimos con ellas sin problemas. 

En muchas historias de monjes se narra cómo éstos doman leones. Cuando los hombres han logrado dominar sus agresiones y que estas les sirvan a ellos para bien, entonces, los animales lo sienten y viven en paz con ellos. Esta energía poderosa está para ser utilizada cuando se la necesita. 

Daniel está convencido de que fue un Ángel quien cerró las bocas de los leones e impidió que lo lastimaran. El Ángel que nos muestra la cercanía Protectora de Dios calma las agresiones que nos quieren devorar. Daniel logra dormir toda la noche en paz al lado de los leones. Se despierta junto a ellos, y hasta comienza a entenderse con ellos. Pero sólo puede lograr esto porque se siente protegido por el Ángel. 

El Ángel nos permite tener una convivencia pacífica con nuestras agresiones. Ya no las miramos llenos de miedo sino que aprendemos a convivir con ellas y a analizar su funcionamiento. La noche que pasa Daniel con los leones es un símbolo del inconsciente. Es precisamente en nuestro inconsciente donde se decide si podremos convivir vivir pacíficamente con nuestras agresiones o si éstas nos devorarán. 

A menudo nos encontramos en nuestros sueños con leones que nos persiguen. Ellos muestran que todavía no hemos aceptado nuestras agresiones, que aún huimos de ellas. Es muy común que en los sueños nos convirtamos en seres terriblemente agresivos y hasta lleguemos a matar a alguien. Esto se explica por la presencia en nuestro inconsciente de tendencias asesinas, fuerzas animales incontrolables. 

Cuando tenemos estos sueños con leones, en realidad no nos encontramos solos, porque nos habla el Ángel de Dios que nos acompaña en la jaula de los leones para que no nos lastimen. Este tipo de sueños no sólo nos lleva a analizar al león en nosotros sino que también nos muestra un camino para entrar en confianza con él para lograr así integrar sus fuerzas en nuestra psiquis. 

Si analizamos estos sueños de leones y rezamos a Dios, lograremos perderle el miedo a nuestras agresiones incontrolables. A través de nuestras oraciones podemos establecer un diálogo con el león en nosotros y preguntarle adonde nos pretende llevar. Quizás descubriremos que en realidad nos quiere ayudar y que tan sólo nos protege de otras personas que intentan lastimarnos. Esto es lo que le sucede precisamente a Daniel cuando se le libera de la cueva de los leones y se encierra a sus perseguidores en ella. "Aun no habían llegado a la esquina de la cueva que los leones y les habían destruido todos sus huesos" (Dan 6,2). 

El Ángel que se encontraba acompañando a Daniel lo protegió de los leones. Pero las personas en diosadas que no escuchan a su Ángel sino que se dejan llevar por sus agresiones sí son descuartizadas por los leones. Por eso le va bien a Daniel con el rey Darío. 

Quien confía en su Ángel y no le teme a los leones podrá continuar tranquilo su camino bajo la protección de Dios. Entonces podrán, cuantas personas quieran, luchar contra él sin lograr lastimarlo. Este es el mensaje consolador que quiere transmitimos esta historia bíblica.


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