SAN FELIPE APÓSTOL. ORACIÓN PARA PROTECCIÓN Y ALEJAMIENTO DE ENEMIGOS


Oh Glorioso San Felipe apóstol, 
que en la Última Cena dijiste a Jesús: 
"Señor, muéstranos al Padre y nos bastará". 

Ayúdame a hacer de esta mi oración 
y también a buscar a Dios en todas las cosas. 

Alcánzame la gracia de conocer al Padre 
y a Jesucristo a quien ha enviado, 
porque en esto consiste la vida eterna.

Mira desde el cielo, mártir santo, 
desde lo alto de ese monte 
hasta lo bajo de este valle; 
de ese puerto de quietud y sosiego 
a este mar calamitoso. 

Que esos ojos benignos tuyos 
miren claramente en todas las cosas, 
mira hacia abajo y visita, oh guardián tan diligente, 
a este devoto tuyo y la solicitud que hoy te hace
para pedirte protección sobre sus enemigos:

Hacer la petición ahora

En ti busco ayuda; 
a ti me entrego sin reservas; 
te solicito como patrón y defensor. 

Emprende la causa de mi salvación, 
protégeme como ferviente devoto tuyo; 
a ti, el más bondadoso de los apóstoles, 
te entrego el timón de mi vida
para que resuelvas mis miedos y mis penas
y, puesto como tú estás en el cielo, 
ruega a Dios por mi.

Concédeme la fortaleza necesaria 
para superarme día a día, 
ayúdame a propiciar la salud de mi cuerpo 
y a esforzarme para vivir en gracia.

Amén


Dame Señor, por los méritos de San Felipe Apóstol, 
la gracia de estado que más necesite. 
Te lo pido, por tu Hijo Jesucristo, nuestro Señor.

Amén.


SAN FELIPE APOSTOL

Felipe significa "punta de lámpara" o bien "punta de las manos", o bien proviene de philos, "amor", e uper, "arriba", por lo tanto "amante de las cosas superiores" 

Por "punta de lámpara" se entiende su luminosa predicación, por las "puntas de las manos" sus constantes buenas obras, por "amante de las cosas superiores" su contemplación celestial.

Después de veinte años de predicar en Escitia, el apóstol Felipe fue encarcelado por los paganos, que querían obligarlo a sacrificar ante una estatua de Marte. Pero en ese mismo momento, de su pedestal salió un dragón que mató al hijo del pontífice que cuidaba el fuego del sacrificio, así como a dos tribunos cuyos soldados llevaron a Felipe encadenado, además, con su aliento, envenenó a todos los presentes. 

Felipe dijo: "Créanme, rompan esta estatua y en su lugar adoren la cruz del Señor, que los envenenados serán sanados y los muertos resucitarán". Pero los que habían caído enfermos gritaban: "Cúranos y luego romperemos la estatua de Marte". Entonces Felipe ordenó al dragón que fuera a el desierto, donde no molestaría a nadie más, e inmediatamente se retiró.

Entonces Felipe los sanó a todos y resucitó a los tres muertos. Todos los que estaban allí se convirtieron, y durante un año Felipe les predicó y, después de haber ordenado sacerdotes y diáconos, fue a Asia, a la ciudad de Hierápolis. En esto eliminó la herejía de los ebionitas, apegados a las tradiciones judías y que no aceptaron que la Nueva Ley fuera llevada a los gentiles. 

Este grupo hereje desapareció en el siglo V ante la conversión masiva de diferentes poblaciones al cristianismo. Su dogma decía que Cristo había asumido una carne fantástica e irreal.

Con Felipe estaban sus dos hijas, vírgenes santísimas, por las cuales el Señor convirtió a muchas personas a la fe. 

Felipe, siete días antes su muerte convocó a obispos y sacerdotes y les dijo: "El Señor me ha dado siete días para aconsejarlos" Tenía entonces 87 años. Después de eso, los infieles lo capturaron y lo clavaron en la cruz, como el maestro que predicaba, y así completó su vida y emigró feliz al Señor.

Sus dos hijas fueron enterradas, una a la derecha, la otra a la izquierda.

Esto es lo que ISI DORO dice de Felipe en el Libro de la Vida, Nacimiento y muerte de los santos: 

"Felipe predicó a Cristo a los galos y a sus bárbaros vecinos que estaban en tinieblas, rodeados por un océano de error, y con la luz de la ciencia los condujo al puerto de la fe. En Hierápolis, ciudad de la provincia de Frigia, murió apedreado y crucificado, y allí descansa con su hijas". 

Así escribió Isidoro.

Había otro Felipe, que era uno de los siete diáconos, y sobre quien Jerónimo dice en su Martirologio que después de muchos milagros y prodigios murió en Cesarea el 8 de julio. A su lado estaban las sepulturas de tres de sus hijas, mientras una cuarta descansa en Éfeso. El primer Felipe es diferente de este, porque era apóstol, y el otro diácono.

Aquél descansa en Hierápolis, éste en Cesarea, aquél tuvo dos hijas profetisas, el otro cuatro, aunque la HISTORIA ECLESIÁSTICA parece decir que fue el apóstol Felipe quien tuvo cuatro hijas proféticas. 


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