SAN PEDRO EXORCISTA. ORACIÓN CONTRA EL MALEFICIO



Kyrie eleison.
Dios nuestro Señor,
oh Soberano de los siglos,
omnipotente y todopoderoso,
tú que lo has hecho todo
y que lo transformas todo con tu sola voluntad.

Tú que en Babilonia transformaste en rocío
la llama del horno siete veces más ardiente
y que protegiste y salvaste a tus tres santos jóvenes;
tú que eres doctor y médico de nuestras almas;
tú que eres la salvación de aquellos que se dirigen a ti,
te pedimos y te invocamos, haz vana,
expulsa y pon en fuga toda potencia diabólica,
toda presencia y maquinación satánica,
toda influencia maligna y todo maleficio
o mal de ojo de personas maléficas y malvadas
realizados sobre tu siervo.

Haz que, en cambio, de la envidia y el maleficio
obtenga abundancia de bienes, fuerza, éxito y caridad;
tú, Señor, que amas a los hombres,
extiende tus manos poderosas y tus brazos altísimos
y potentes y ven a socorrer y visita esta imagen tuya,
 mandando sobre ella el ángel de la paz,
fuerte y protector del alma y el cuerpo,
que mantendrá alejado y expulsará
a cualquier fuerza malvada,
todo envenenamiento y hechicería
de personas corruptoras y envidiosas;
de modo que debajo de ti tu suplicante protegido
te cante con gratitud:

“el Señor es mi salvador y no tendré temor
de lo que pueda hacerme el hombre.”
“No tendré temor del mal porque tú estás conmigo,
tú eres mi Dios, mi fuerza, mi poderoso Señor,
Señor de la paz, padre de los siglos futuros”.

Sí Señor Dios nuestro,
ten compasión de tu imagen y salva a tu siervo
de todo daño o amenaza procedente de maleficio,
y protégelo poniéndolo por encima de todo mal;
por la intercesión de la más que bendita,
gloriosa Señora, la madre de Dios 
y siempre Virgen María, 
de los resplandecientes arcángeles
y de todos sus santos.

¡Amén!

SAN PEDRO EXORCISTA

San Pedro era exorcista autorizado por la Iglesia Católica y estaba preso en Roma bajo de dominio del emperador Diocleciano, quien había declarado una persecución sangrienta contra todos los cristianos.

Mientras Pedro el Exorcista estaba en prisión por orden de Arquemio, la hija de éste fue atormentada por el demonio, lo que provocó los lamentos del padre, y lo que hizo que Pedro le dijera que si creía en Cristo, su hija recuperaría instantáneamente la salud.

Arquemio habló: "Me maravilloaría que tu Señor fuera capaz de liberar a mi hija, si él no te puede liberar a ti, que sufres tanto por él"

Pedro respondió: "Mi Dios tiene poder para sacarme de aquí, pero Él quiere, a través del sufrimiento temporal, hacernos alcanzar gloria eterna".

Arquemio: "Si después de duplicar la cantidad de cadenas que te atan, tu dios te libera y sana a mi hija, Creeré en Cristo"

Dicho esto, San Pedro, vestido de blanco y con una cruz en la mano, se apareció a Arquemio, el cual se arrojó a sus pies, y su hija se curó. Él y todos los de su casa recibieron el bautismo, y luego liberó a los prisioneros que querían convertirse al cristianismo. Muchos aceptaron y fueron bautizados por el Beato Padre Marcelino.

Al enterarse de esto, el alcalde ordenó que le trajeran a todos los presos. Arquemio los reunió, besó sus manos y dijo que si alguno de ellos deseaba el martirio, que no temiera, y el que no lo quisiera podría irse sano y salvo. Cuando el juez descubrió que Marcelino y Pedro habían bautizado a muchas personas, los hizo arrestar en celdas separadas. Marcelino fue tendido desnudo encima de fragmentos de vidrio, en un lugar sin luz y sin agua. Pedro fue encerrado en otro calabozo muy profundo, en el que estaba fuertemente atado a un tronco. Pero un ángel del Señor soltó a Marcelino y Pedro, los llevó a la casa de Arquemio con la misión de, durante siete días, consolar al pueblo y luego presentarse al juez. 

Como no los encontró en la cárcel, mandó llamar a Arquemio y, ante su negativa a sacrificar a los dioses paganos, lo encarcelaron a él y a su esposa en una cripta. Al enterarse del hecho, los Santos Marcelino y Pedro fueron al lugar y protegidos por los cristianos se quedaron allí siete días, durante los cuales San Marcelino celebró la Misa. 

Entonces los santos dijeron a los incrédulos: "Podríamos haber liberado a Arquemio y habernos escondido, pero no quisimos hacer eso".

Más tarde los paganos mataron a Arquemio con la espada, mientras su esposa e hija fueron aplastadas por piedras. Marcelino y Pedro fueron llevados a la selva negra (de ahora en adelante llamaría la selva blanca a causa de su martirio), donde los decapitaron, eran los tiempos de Diocleciano, en el  en el año del Señor 287. 

El verdugo, llamado Doroteo, vio ángeles que llevaban sus almas al cielo con espléndidas vestiduras y adornadas con piedras preciosas, y también se hizo cristiano, muriendo en paz tiempo después.


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