SAN VITO. ORACIÓN PARA SANACIÓN DE ENFERMEDADES NERVIOSAS Y DEPRESIÓN


ORACIÓN

San Vito, glorioso mártir de Cristo,
en tu niñez estuviste expuesto
a tentaciones violentas y peligrosas,
pero en el temor de Dios y por el amor de Jesús
venciste valientemente.

Oh, amable, joven santo,
te imploro por el amor de Jesús,
que me ayudes con tu poderosa intercesión
para vencer las tentaciones del mal,
para evitar toda ocasión de pecado
y así preservar impecable
la túnica de la inocencia y la gracia santificadora,
y para llegar un día sin mancha
al tribunal de Jesucristo,
y que así pueda disfrutar por siempre
de la visión beatífica de Dios
que se promete a los puros de corazón.

Que por tu intercesión, San Vito, amable santo
obtenga la gracias que te solicito
y una debida estimación del valor de mi alma
y de su redención por la sangre preciosa
de tu Hijo Jesucristo, de modo que,
para su salvación, lleve con paciencia
y fortaleza, todas mis pruebas de vida.

(Hacer la petición)

Joven siervo y heroico mártir se también
guía y protector de los jóvenes cristianos,
para que, siguiendo tu ejemplo, puedan,
después de un combate victorioso,
recibir la corona de justicia en el cielo,
a través de Cristo nuestro Señor.

Amén.

SAN VITO Y SAN MODESTO

Vito viene de vita, "vida", porque practicó los tres tipos de vida de los que habla Agustín en su libro LA CIUDAD DE DIOS, el activo, el contemplativo, el mixto. Vito todavía puede venir de virtus, "virtud", indicando que es virtuoso. 

Modesto significa "situado en el medio", como con las virtudes, cada una de las cuales está en el medio de dos vicios, que son sus extremos. La prudencia tiene sus extremos falsedad y fatuidad; los extremos de la templanza son la consumación de los deseos de la carne y su total negación; los extremos de la fuerza interior son cobardía y temeridad; los extremos de la justicia, la crueldad y la impunidad.

Vito fue un niño honorable y fiel que sufrió el martirio en Sicilia a los doce años de edad. Su padre lo golpeaba a menudo por despreciar a los ídolos y no querer adorarlos. Enterado de esto, el alcalde Valeriano mandó a buscar al niño y como se negaba a sacrificar a los dioses paganos mandó que lo golpearan con una vara, pero inmediatamente los brazos del verdugos y la mano del alcalde se secó. Este último exclamó: 

¡Yo soy yo! He perdido el uso de mi mano" 

Vito dijo: "Que tus dioses te curen si puede" 

Valeriano: "¿Y tú, no podrías?" 

Vito respondió: "En el nombre de mi Señor, yo puedo", comenzó a orar y poco después el alcalde se curó. Este le dijo al padre: "Cambia a tu hijo, de lo contrario puede terminar mal"

El padre entonces lo llevó a casa y trató de cambiar su espíritu del niño a través de la música, jugando con las niñas y todo suerte de los placeres. Cuando lo encerró en un cuarto, salió una fragancia maravillosa que perfumó a su padre ya toda la familia. El padre se asomó a través de la puerta, vio siete ángeles de pie alrededor del niño y como dijo: "Los dioses vinieron a mi casa", se quedó ciego al instante.

Escuchando los gritos que daba, toda la ciudad de Lucana se conmovió, Valeriano vino y preguntó qué había pasado. Él respondió: "He visto dioses de fuego y no he podido soportar el brillo de sus rostros".

Luego lo llevaron al templo de Júpiter, donde prometió sacrificar un toro de cuernos de oro si recobraba la vista, pero como no logró nada, le pidió a su hijo que lo sanara, y por medio de las oraciones de este recobró la vista. 

A pesar de esto, todavía no creía; más aún, pensó en matar a su hijo, a cuyo maestro, Modesto, un ángel del Señor se le apareció, y le ordenó que tomase al niño, lo llevase en un barco a le buscase otros padres. Así lo hizo. 

En la tierra nueva un águila les trajo comida y ellos realizaron muchos milagros.

Mientras tanto, el demonio se había apoderado del hijo del Emperador Diocleciano, quien afirmó que no lo dejaría libre si Vito de Lucana no regresaba. Buscaron a Vito, lo encontraron y lo llevaron ante el Emperador Diocleciano, quien le preguntó: 

"Muchacho, ¿puedes curar a mi hijo?"

Él respondió: "Yo no, pero el Señor sí" 

Luego colocó sus manos sobre el poseído y en el mismo instante el demonio huyó. Diocleciano le dijo: "Niño, decídete a sacrificar a los dioses para que no tengas mala muerte" 

Como Vito se negó, fue enviado a prisión con Modesto, pero los hierros con que lo ataban cayeron y la prisión se iluminó con una luz intensa.

El hecho fue puesto en conocimiento del emperador, quien ordenó sacarlo y echarlo en un horno de fuego, pero él salió ileso. Entonces dejaron salir un león feroz para que lo devorara, pero fue domado por la fe del chico. Al final lo subieron al potro, junto con Modesto y Crescencio, su nodriza que lo había acompañado todo el tiempo. Pero de de pronto el aire se enturbió, la tierra tiembló, suenaron los truenos, los templos de los los ídolos se derrumbaron y aplastaron a muchas personas. 

El Emperador se asustó y huyó, golpeándose a sí mismo con los puños y diciendo: ¡Ay de mí! Fui derrotado por un chico!"

Poco después, un ángel liberó a los mártires, llevándolos al borde del abismo de un río donde, después de orar un rato, entregaron sus almas al Señor. 

Sus cuerpos, protegidos por águilas, fueron encontrados y enterrados por Florencia. Fueron martirizados bajo Diocleciano, quien comenzó a reinar alrededor del año del Señor 287


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